El rey Jerjes dijo a la reina Ester y al judío Mardoqueo: “Le entrego a Ester la hacienda de Amán, que fue empalado en un poste porque quería matar a los judíos.
Entonces Harbona, uno de los eunucos que asistían al rey, dijo “Amán levantó un poste junto a su casa para Mardoqueo, aquel cuyo informe salvó la vida del rey. El poste tiene cincuenta codos de altura”. “¡Empaladlo en él!”, ordenó el rey.
Ese mismo día el rey Jerjes entregó a la reina Ester la propiedad que había pertenecido a Amán, el enemigo de los judíos. Además, Mardoqueo se presentó ante el rey, porque Ester le había explicado quién era.
Pero Cristo nos ha rescatado de la maldición de la ley al convertirse en maldición por nosotros. Como dice la Escritura: “Maldito todo aquél que es colgado en un madero”.