Una vez terminado el tiempo de luto, José dijo a los oficiales del Faraón: “Si son tan amables, por favor hablen con el Faraón en mi nombre y explíquenle que
Cuando Mardoqueo se enteró de todo lo que había sucedido, rasgó sus ropas y se vistió de saco y ceniza, y recorrió la ciudad llorando y lamentándose de dolor.
Cuando el decreto y las órdenes del rey llegaron a todas las provincias, los judíos se pusieron a llorar con terrible angustia. Ayunaron, lloraron y se lamentaron, y muchos se acostaron con saco y ceniza.