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Esdras 7:6

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Este Esdras llegó de Babilonia y era un escriba experto en la Ley de Moisés, que el Señor, el Dios de Israel, había dado a Israel. El rey había concedido a Esdras todo lo que había pedido, porque el Señor, su Dios, estaba con él.

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40 Referencias Cruzadas  

“Tu nombre no será más Jacob”, dijo el hombre. “En su lugar te llamarás Israel, porque luchaste con Dios y con los hombres, y ganaste”.

Pero su Dios velaba por los dirigentes judíos, de modo que no se les impidió trabajar hasta que se pudo enviar un informe a Darío y se recibió una respuesta escrita con instrucciones.

Entonces celebraron la Fiesta de los Panes sin Levadura durante siete días. Todos los habitantes del país estaban muy contentos porque el Señor había hecho que el rey de Asiria les fuera favorable, ayudándoles a reconstruir el Templo de Dios, el Dios de Israel.

“Yo, el rey Artajerjes, decreto que todos los tesoreros al oeste del Éufrates deben proveer todo lo que el sacerdote Esdras, el escriba de la Ley del Dios del cielo, les pida, y debe ser provisto en su totalidad,

y que me ha mostrado tanta bondad al honrarme ante el rey, sus consejeros y todos sus altos funcionarios. Como el Señor, mi Dios, estaba conmigo, me animé y convoqué a los jefes de Israel para que regresaran conmigo a Jerusalén.

hijo de Abisúa, hijo de Finees, hijo de Eleazar, hijo del sumo sacerdote Aarón.

Había emprendido el viaje desde Babilonia el primer día del primer mes, y llegó a Jerusalén el primer día del quinto mes, yendo con él su Dios bondadoso.

Esta es una lista de los jefes de familia y los registros genealógicos de los que volvieron conmigo de Babilonia durante el reinado del rey Artajerjes:

Como nuestro Dios bondadoso estaba con nosotros, nos trajeron a Serebías, un hombre con buena visión de los hijos de Mahli, hijo de Leví, hijo de Israel, junto con sus hijos y hermanos, un total de dieciocho hombres;

Me había resistido a pedir al rey que nos diera una escolta militar para protegernos de los enemigos en el camino. Le habíamos dicho al rey: “Nuestro Dios bondadoso cuida de todo el que lo sigue, pero muestra su ira contra el que lo abandona”.

El duodécimo día del primer mes, salimos del Canal de Ahava para ir a Jerusalén, y nuestro Dios estaba con nosotros para protegernos de las emboscadas enemigas en el camino.

Sirvieron en tiempos de Joiaquim, hijo de Jesúa, hijo de Josadac, y en tiempos del gobernador Nehemías y del sacerdote y escriba Esdras.

y sus compañeros sacerdotes, Semaías, Azarel, Milalai, Gilalai, Maai, Netanel, Judá y Hanani, junto con los instrumentos musicales, tal como lo exigió David, el hombre de Dios. El escriba Esdras los dirigía.

Luego me levanté durante la noche y salí con unos pocos hombres. No le expliqué a nadie lo que mi Dios había puesto en mi mente para hacer por Jerusalén. Sólo tomé un caballo para montar.

Entonces les expliqué lo bueno que había sido Dios conmigo y lo que me había dicho el rey. “Pongámonos a reconstruir”, respondieron, y se pusieron a trabajar con entusiasmo.

Que se me proporcione también una carta para Asaf, guardián del bosque del rey, a fin de que me dé madera para hacer vigas para las puertas de la fortaleza del Templo, para las murallas de la ciudad y para la casa en que viviré”. Como mi Dios bondadoso estaba sobre mí, el rey me dio lo que le pedí.

Cuando nuestros enemigos descubrieron que conocíamos su plan y que Dios lo había frustrado, todos volvimos a nuestro trabajo en el muro.

y el pueblo se reunió como uno solo en la plaza junto a la Puerta del Agua. Le dijeron a Esdras el escriba que sacara el Libro de la Ley de Moisés, que el Señor había ordenado seguir a Israel.

Al día siguiente, los jefes de familia de todo el pueblo, así como los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el escriba Esdras para estudiar la Ley con mayor profundidad.

El escriba Esdras estaba de pie en un alto escenario de madera construido para este evento. A su derecha estaban Matatías, Sema, Anaías, Urías, Hilcías y Maasías, y a su izquierda Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hash-badana, Zacarías y Mesulam.

Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras y los levitas que enseñaban al pueblo les dijeron a todos: “Este es un día santo para el Señor, vuestro Dios. No lloren ni se lamenten”, porque todos lloraban al oír la lectura de la Ley.

Descendiste en el monte Sinaí. Les hablaste desde el cielo. Les diste caminos correctos para vivir, leyes verdaderas, y buenos reglamentos y mandamientos.

Que los demás reconozcan que esto es lo que haces, que tú eres el único que me salva.

Él proclama su palabra a Jacob; sus principios y leyes a Israel.

Fui movido a escribir sobre esto. Déjame compartir lo que he escrito para el rey. Lo que diré viene de la pluma de un hábil escritor.

Entonces no nos apartaremos de ti. Devuélvenos la vida para que podamos invocar tu nombre.

Recuérdalo en todo lo que hagas, y él te mostrará el camino correcto.

Cuando vine, ¿por qué no había nadie? Cuando llamé, ¿por qué no respondió nadie? ¿Es porque no tengo la fuerza para salvarte, o el poder para rescatarte? ¿No ves que si lo ordeno, el mar se secará? Puedo convertir los ríos en un desierto. Sus peces apestan porque han muerto de sed al no haber agua.

¿No lo ves? El brazo del Señor no es demasiado débil para salvarte, y su oído no es demasiado sordo para escucharte.

¿Cómo pueden decir: “Somos sabios y tenemos la Ley del Señor”? ¿No ves que los escritos de tus maestros de la Ley la han convertido en mentira?

“Todo maestro religioso que haya aprendido acerca del reino de los cielos es como el propietario de una casa que saca de su despensa tesoros nuevos y viejos”, respondió Jesús.

“Los maestros religiosos y los Fariseos tienen la responsabilidad de ser intérpretes de la ley de Moisés,

Enséñenles a seguir todos los mandamientos que yo les he dado a ustedes. Recuerden, yo estoy siempre con ustedes hasta el fin del mundo”.

¿Qué decir entonces de los sabios, de los escritores, de los filósofos de esta era?

Ahora quiero recordarles sobre la buena nueva que les anuncié. Ustedes la aceptaron y se han mantenido firmes en ella.

Si realmente obedeces lo que el Señor tu Dios te dice, y sigues cuidadosamente todos sus mandamientos que te doy hoy, entonces el Señor tu Dios te pondrá en lo alto de todas las naciones de la tierra.

Escuchen, yo les he enseñado los preceptos y normas tal y como el Señor mi Dios me ordenó, para que puedan seguirlos en el país al que van a entrar y poseer.




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