Entonces sobornaron a funcionarios para oponerse a ellos y obstruir sus planes. Esto continuó durante todo el reinado de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.
Hizo lo que era malo a los ojos del Señor, tal como lo había hecho la familia de Acab. Pues después de la muerte de su padre ellos fueron sus consejeros, para su ruina.
En consecuencia, las obras del Templo de Dios en Jerusalén se detuvieron. La paralización continuó hasta el segundo año del reinado del rey Darío de Persia.
Pero su Dios velaba por los dirigentes judíos, de modo que no se les impidió trabajar hasta que se pudo enviar un informe a Darío y se recibió una respuesta escrita con instrucciones.
Pero el príncipe del reino de Persia se opusieron a mí durante veintiún días. Entonces Miguel, uno de los principales príncipes, vino a ayudarme, porque los reyes de Persia me tenían detenido.