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Referencias Cruzadas
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Esdras 10:6

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Entonces Esdras los dejó frente al Templo de Dios y se dirigió a la habitación de Johanán, hijo de Eliasib. Durante el tiempo que permaneció allí, no comió ni bebió nada, porque seguía lamentando la infidelidad de los exiliados.

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16 Referencias Cruzadas  

Mientras Esdras oraba y confesaba sus pecados, llorando y cayendo de bruces ante el Templo de Dios, una gran multitud de israelitas, hombres, mujeres y niños, se reunió a su alrededor. El pueblo también lloraba amargamente.

Entonces se emitió una proclama en todo Judá y Jerusalén para que todos los exiliados se reunieran en Jerusalén.

Todos los que respetaban las instrucciones del Dios de Israel se reunieron a mi alrededor por este pecado de los exiliados. Me senté allí, conmocionado y horrorizado, hasta el sacrificio de la tarde.

El sumo sacerdote Jesúa era el padre de Joiacim, que era el padre de Eliasib, que era el padre de Joiada,

Los jefes de familia de los levitas en la época de Eliasib, Joiada, Johanán y Jaddua, además de los de los sacerdotes, fueron registrados durante el reinado de Darío el Persa.

Incluso uno de los hijos de Joiada, hijo del sumo sacerdote Eliasib, se había convertido en yerno de Sanbalat el horonita. Así que lo expulsé.

Había puesto a disposición de Tobías una gran sala que antes se utilizaba para almacenar las ofrendas de grano, el incienso y los objetos del Templo, así como los diezmos de grano, vino nuevo y aceite de oliva asignados a los levitas, cantores y porteros, además de las ofrendas para los sacerdotes.

Eliasib, el sumo sacerdote, y otros sacerdotes con él, comenzaron a reconstruir la Puerta de las Ovejas. La dedicaron y colocaron sus puertas. Luego siguieron construyendo hasta la Torre de los Cien y la Torre de Hananel y la dedicaron.

El siguiente fue Baruc, hijo de Zabai, que trabajó duro reparando otra sección, desde donde la muralla gira hasta la entrada de la casa del sumo sacerdote Eliasib.

No he descuidado sus mandatos, porque valoro más lo que me ha ordenado que el alimento que como cada día.

¡Soy como la grama que se secó, y se marchitó, ya ni recuerdo cuándo debo comer!

Moisés pasó allí cuarenta días y cuarenta noches con el Señor sin comer pan ni beber agua. Escribió en las tablas las palabras del acuerdo, los Diez Mandamientos.

En ese momento el Señor, el Señor Todopoderoso, los invitaba a llorar y lamentarse; a que se afeitaran la cabeza y se vistieran de cilicio.

Así que me dirigí al Señor Dios en oración. Ayuné y me vestí de cilicio y ceniza, y le supliqué en oración que actuara.

Luego me acosté en el suelo ante el Señor durante cuarenta días y cuarenta noches, como lo había hecho antes. No comí ni bebí nada por todos los pecados que habías cometido al hacer lo que era malo ante los ojos del Señor, haciéndole enfadar.




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