¡Mira! Aquí está mi siervo, el que yo sostengo; mi elegido que me complace. He puesto mi Espíritu sobre él, y él mostrará a las naciones lo que es correcto.
El Señor dará a todos los que lloran en Sión una corona en lugar de cenizas en su cabeza, el aceite de la felicidad en lugar de luto, ropa de alabanza en lugar de un espíritu de desesperación. Serán llamados robles de la integridad, plantados por el Señor para revelar su gloria.
Entonces esta ciudad me dará una reputación gloriosa, celebrada y alabada por todas las naciones de la tierra que se enteren de todas las cosas buenas que hago por ella. Temblarán, asombrados de todo el bien que he hecho por ella, de cómo la he hecho tan próspera.
El sacerdote las sacrificará, una como ofrenda por el pecado y la otra como holocausto. Así es como el sacerdote pondrá al hombre delante del Señor por su descarga.
¡Levántate, espada mía! ¡Ataca a mi pastor, al hombre que ha estado junto a mi! declara el Señor. Golpea al pastor y las ovejas serán dispersas, y yo levantaré mi mano contra los corderos.
Mientras Pedro aún hablaba, una nube brillante los cubrió. Entonces se escuchó una voz que salía desde la nube, que decía: “Este es mi hijo a quien amo, el cual me complace. Escúchenlo”.
Dios hizo que Jesús, quien nunca pecó, experimentara las consecuencias del pecado para que nosotros pudiéramos tener un carácter recto, así como Dios es recto.
ustedes también se convierten en piedras vivas, edificadas en una casa espiritual. Ustedes son sacerdocio santo que ofrece sacrificios espirituales y que Dios recibe con agrado por medio de Jesucristo.
En cambio, ustedes son una familia elegida de manera especial, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo que pertenece a Dios. Por eso, pueden revelar las cosas maravillosas que él ha hecho, al sacarlos de la oscuridad a su luz admirable.
Todo el que hable, hágalo como si Dios hablara a través de él. Todo aquél que quiera ayudar a otros, hágalo por medio de la fuerza que Dios le da, para que en todo Dios sea glorificado por medio de Jesucristo. Que la gloria y el poder sean suyos por siempre y para siempre. Amén.