Se trajo una piedra y se colocó sobre la entrada del foso, y el rey la selló con su propio sello personal y el de sus nobles, para que nadie pudiera intervenir en lo que le ocurriera a Daniel.
Después de arrestar a Pedro, lo enviaron a la prisión, con cuatro escuadrones de soldados para vigilarlo. Su plan era traer a Pedro a un juicio público después de la Pascua.
El ángel lo lanzó al Abismo y lo cerró y lo selló, para que ya no pudiera engañar a las naciones hasta que terminaran los mil años. Después de eso tendrá que ser liberado por algún tiempo.