Me dije: Quiero que sean mis hijos, y darles el mejor país, el lugar más hermoso de cualquier nación. Esperaba que me llamarais “Padre” y que nunca dejarais de seguirme.
El rey hará lo que quiera, alabándose a sí mismo y considerándose más grande que cualquier dios, incluso diciendo cosas escandalosas contra el Dios de los dioses. Tendrá éxito hasta que termine el tiempo de la ira, pues se cumplirá lo que se ha decidido.
A causa del poder que le dio, los pueblos de todas las naciones y lenguas temblaron de miedo ante él. A los que quiso matar los mató, y a los que quiso que vivieran los dejó vivir. Los que quiso honrar fueron honrados, y los que quiso humillar fueron humillados.
Observé cómo el carnero embestía hacia el oeste, el norte y el sur. Ningún animal podía enfrentarse a él, ni había posibilidad alguna de librarse de su poder. Hacía lo que quería y se hizo poderoso.
Observé cómo la cabra cargaba furiosamente contra el carnero, golpeándolo y rompiéndole los dos cuernos. El carnero no tenía fuerzas para resistir el ataque de la cabra. La cabra tiró al carnero al suelo, pisoteándolo, y no hubo posibilidad de rescatarlo del poder de la cabra.