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Referencias Cruzadas
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Cantares 4:11

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El néctar gotea de tus labios; la leche y la miel están bajo tu lengua. El olor de tus vestidos es como la fragancia del Líbano.

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19 Referencias Cruzadas  

Entonces Jacob se inclinó y lo besó, e Isaac pudo oler la ropa que Jacob estaba usando. Así que procedió a darle su bendición, pensado para sí: “El olor de mi hijo es como el olor de un campo que el Señor ha bendecido”.

Ellos son más valiosos que el oro, incluso el oro más fino; son más dulces que la miel, incluso más que la miel pura, acabada de salir de un panal.

Tus mantos son perfumados con aloe, mirra y casia; te hace feliz la música que es tocada en instrumentos de cuerda en hermosos palacios decorados con marfil.

Son plantados en la casa del Señor; y prosperarán en los atrios de nuestros Dios.

Las palabras bondadosas son como un panal de miel, su sabor es dulce y aportan salud al cuerpo.

para que puedas tomar buenas decisiones, y protejas el conocimiento con tus labios.

Porque los labios de una mujer inmoral pueden ser dulces como la miel; los besos de sus labios pueden ser suaves como el aceite,

¡Qué maravilloso es tu amor, hermana mía, novia mía! Tu amor es más dulce que el vino. El olor de tus aceites perfumados es mejor que cualquier especia.

Tus labios son tan rojos como el hilo de escarlata. Tu boca es preciosa. Tus mejillas son del color del rubor de las granadas detrás de tu velo.

¡Entro en mi jardín, hermana mía, novia mía! Recojo mirra con mi especia. Como mi panal con mi miel. Bebo vino con mi leche. ¡Comamos nuestra saciedad de amor! Embriaguémonos de amor!

Sus mejillas son como un macizo de especias que produce fragancia. Sus labios son como lirios, goteando mirra líquida.

Que tus besos sean como el mejor vino, bajando suavemente, deslizándose sobre los labios y los dientes.

Comerá leche y miel hasta que sepa rechazar el mal y elegir el bien.

Toma estas palabras y vuélvete al Señor, y dile: “Por favor, toma toda nuestra culpa, acepta lo bueno que hay, y nosotros te pagaremos con alabanza en nuestros labios.

Ofrezcamos, pues, por medio de Jesús, un sacrificio continuo de alabanza a Dios, es decir, hablando bien de Dios, y declarando su carácter.




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