el quinto de sardónice, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de crisópraso, el undécimo de jacinto, y el duodécimo de amatista.
El topacio de Etiopía no se puede comparar con ella; ni se puede comprar con el oro más puro.
Vi cuatro ruedas junto a los querubines, una rueda al lado de cada querubín. Las ruedas brillaban como el topacio.
Entre el medio día y las 3 p.m. salió e hizo lo mismo.
El que estaba sentado allí brillaba como joyas, como jaspe y cornalina, y había un arcoíris que rodeaba el trono, brillante como una esmeralda.