David envió el ejército dividido en tres secciones. Un tercio estaba al mando de Joab, otro tercio estaba al mando de Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y otro tercio estaba al mando de Ittai el geteo. El rey dijo a los hombres: “Yo mismo saldré a la batalla con ustedes”.
Díganle a Amasa: ‘¿No eres tú también mi carne y mi sangre? Que Dios me castigue muy severamente si a partir de ahora no eres tú el comandante de mi ejército en lugar de Joab’”.
Joab, hijo de Sarvia, y los hombres de David partieron y se encontraron con ellos en el estanque de Gabaón, donde todos se sentaron, uno frente al otro, al otro lado del estanque.
Entonces llamaron al rey. Salieron a hablar con ellos Eliaquim, hijo de Jilquías, el administrador del palacio, Sebná, el escriba, y Joa, hijo de Asaf, el secretario que llevaba el archivo.
Entonces Eliaquim, hijo de Jilquías, el administrador del palacio, Sebná, el escriba, y Joa, hijo de Asaf, el secretario, fueron a Ezequías con las ropas rasgadas, y le contaron lo que había dicho el general del ejército asirio.
Y David había dicho: “El primero que ataque a los jebuseos será mi comandante en jefe”. Como Joab, hijo de Sarvia, fue el primero, se convirtió en el comandante en jefe.