Pero nosotros le dijimos: ‘No podemos volver a menos que Benjamín, nuestro hermano menor, vaya con nosotros, porque no podremos ver a este hombre si Benjamín no va con nosotros’.
Entonces Abner envió mensajeros para que hablaran en su nombre con David, diciéndole: “Después de todo ¿a quién pertenece el país? Haz un acuerdo conmigo, y puedes estar seguro de que estaré de tu lado para que todo Israel te siga”.
Pero cuando el Arca del Pacto del Señor entró en la Ciudad de David, la hija de Saúl, Mical, miró desde una ventana. Al ver al rey David saltando y bailando de alegría, se llenó de desprecio por él.