A la mañana siguiente, Abraham se levantó temprano. Empacó alimentos y un odre con agua para Agar, y puso todo esto en sus hombros. Entonces los despidió. Ella se fue y anduvoerrante por el desierto de Beerseba.
“Mi recomendación es que convoques a todo el ejército israelita desde Dan hasta Beerseba, un ejército tan numeroso como la arena de la orilla del mar. Una vez que se hayan reunido, ¡tú mismo los guiarás a la batalla!
Joab, hijo de Sarvia, y los hombres de David partieron y se encontraron con ellos en el estanque de Gabaón, donde todos se sentaron, uno frente al otro, al otro lado del estanque.
David les dijo a Joab y a los comandantes del ejército: “Vayan a contar a los israelitas desde Beerseba hasta Dan. Luego infórmenme para que tenga un número total”.
Pero cuando los embajadores de los gobernantes de Babilonia se acercaron a él para preguntar por la señal milagrosa que había sucedido en el país, Dios lo dejó para que lo pusiera a prueba, para conocer el verdadero pensamiento de Ezequías.
Esto es lo que dice el Señor: Malditos los que ponen su confianza en las personas, los que confían en las fuerzas humanas y dejan de confiar en el Señor.
Además, como las revelaciones fueron tan asombrosas, y para que no pudiera enorgullecerme de ello, se me dio una “espina en la carne”—un mensajero de Satanás, para herirme a fin de que no me volviera orgulloso.
Todos los israelitas, desde Dan hasta Beerseba, incluyendo la tierra de Galaad, fueron y se reunieron en Mizpa ante el Señor. La asamblea estaba unida en su propósito.