Cuando los filisteos se enteraron de que David había sido ungido rey de Israel, todo el ejército filisteo salió a capturarlo, pero David se enteró y entró en la fortaleza.
“A continuación llegarás a Guibeá de Dios, donde los filisteos tienen una guarnición. Al entrar en la ciudad, te encontrarás con una procesión de profetas que desciende del lugar alto, tocando arpas, panderetas, flautas y liras, y estarán profetizando.
Entonces todo Israel escuchó la noticia: “¡Saúl ha atacado la guarnición filistea, y ahora los filisteos odian a Israel!” Así que todo el ejército fue convocado para unirse a Saúl en Gilgal.
Jonatán le dijo al joven que llevaba la armadura: “Vamos, crucemos a la guarnición de estos hombres paganos. Tal vez el Señor nos ayude. Al Señor no le cuesta ganar, sea por muchos o por pocos”.
Después David escapó y se fue a la cueva de Adulam. Cuando se enteraron de dónde estaba, sus hermanos y todo el resto de su familia fueron y se reunieron con él allí.