“No voy a perder el tiempo esperando así contigo”, le dijo Joab. Agarró tres lanzas y se las clavó en el corazón a Absalón cuando aún estaba vivo, colgado de la encina.
El rey David envió este mensaje a Sadoc y Abiatar, los sacerdotes: “Díganles a los ancianos de Judá: ‘¿Van a ser ustedes los últimos en llevar al rey a su palacio, ya que el rey ha oído que todo Israel lo quiere?