Entonces les decía: “Ojalá hubiera alguien que me nombrara juez del país. Entonces todos podrían venir a mí con su caso o su queja, y yo les haría justicia”.
Así, Cuando alguien venía a inclinarse ante él, Absalón lo detenía extendiendo la mano, tomándolo y besándolo.
No trates de parecer grande delante del rey, y no finjas para estar entre la gente importante.
Deja que los demás te alaben, y no te alabes a ti mismo; que lo hagan otros y no tu.
Les prometen libertad, aunque ellos mismos son esclavos de la depravación. Pues somos esclavos de todo lo que nos domina.
¡Si yo fuera el encargado de ustedes, me desharía de Abimelec! Le diría: ‘¡Reúne a tu ejército y ven a luchar!’”.