“Esto es lo que dice el Señor ahora: ‘Por lo que hiciste, voy a traer desastre sobre tu propia familia. Arrebataré a tus esposas ante tus propios ojos y se las daré a otro, y él se acostará con tus esposas a la vista de todos.
Ahora Absalón, el hombre que elegimos para ser nuestro rey al ungirlo, ha muerto en la batalla. ¿Por qué no hacemos algo e invitamos al rey David a volver?”
Cuando David regresó a su palacio en Jerusalén, tomó a las diez concubinas que había dejado para que cuidaran el palacio y los puso en una casa bajo vigilancia. Se ocupó de sus necesidades, pero no se acostó con ellas. Estuvieron presas hasta que murieron, viviendo como viudas.
No sigan los caminos de este mundo; por el contrario, sean transformados por la renovación espiritual de sus mentes, a fin de que puedan demostrar cómo es realmente la voluntad de Dios: buena, agradable, y perfecta.