Cuando David se enteró de esto, envió mensajeros a recibirlos, porque estaban muy avergonzados. El rey les dijo: “Quédense en Jericó hasta que les vuelva a crecer la barba, y entonces podrán regresar”.
Entonces Hanún hizo detener a los representantes de David, les afeitó la mitad de la barba a cada uno, les cortó la ropa a la altura de las nalgas y los envió de vuelta a casa.
Cuando los amonitas se dieron cuenta de que se habían vuelto como un mal olor para David, enviaron una solicitud a los arameos y contrataron a veinte mil de sus soldados de a pie de Bet Rehob y Zoba, así como a mil hombres del rey de Maaca, y también a doce mil hombres de Tob.
Durante el reinado de Acab, Hiel de Betel reconstruyó Jericó. Sacrificó a Abiram, su hijo primogénito, cuando puso sus cimientos, y sacrificó a Segub, su hijo menor, cuando construyó sus puertas. Esto cumplió el mensaje que el Señor había dado a través de Josué, hijo de Nun.
Luego informaron a David de lo que había sucedido con estos hombres. Entonces David envió mensajeros a los hombres para decirles: “Quédense en Jericó hasta que les crezca la barba, y entonces podrán regresar”.