Entonces Elías le dijo: “Quédate aquí, Eliseo, porque el Señor me ha enviado al Jordán”. Él respondió: “Vive el Señor y vives tú, no te dejaré”. Así que siguieron viajando juntos.
Y Elías le dijo a Eliseo: “Por favor, quédate aquí, porque el Señor me ha enviado a Betel”. Pero Eliseo respondió: “Vive el Señor y vives tú, no te dejaré”. Así que se fueron a Betel.
Como era la temporada de la cosecha, el Jordán estaba lleno de agua, y sus orillas se desbordaban. Pero tan ponto como los sacerdotes que llevaban el Arca entraron en el agua, el río dejó de fluir.
Pero Rut contestó: “Por favor, no sigas pidiéndome que te deje y vuelva. Donde tú vayas, yo iré. Donde tú vivas, viviré yo. Tu pueblo será mi pueblo. Tu Dios será mi Dios.
Pero David volvió a jurar: “Tu padre sabe muy bien que soy tu amigo, y por eso seguro ha pensado: ‘Jonatán no puede enterarse de esto, porque si no se enfadará mucho’. Te juro por la vida del Señor, y por tu propia vida, que mi vida pende de un hilo”.