Entonces Elías le dijo: “Quédate aquí, Eliseo, porque el Señor me ha enviado a Jericó”. Él respondió: “Vive el Señor y vives tú, no te dejaré”. Así que fueron a Jericó.
Durante el reinado de Acab, Hiel de Betel reconstruyó Jericó. Sacrificó a Abiram, su hijo primogénito, cuando puso sus cimientos, y sacrificó a Segub, su hijo menor, cuando construyó sus puertas. Esto cumplió el mensaje que el Señor había dado a través de Josué, hijo de Nun.
Y Elías le dijo a Eliseo: “Por favor, quédate aquí, porque el Señor me ha enviado a Betel”. Pero Eliseo respondió: “Vive el Señor y vives tú, no te dejaré”. Así que se fueron a Betel.
Cuando llegó y vio con sus propios ojos cómo estaba obrando la gracia de Dios, se deleitó en esto. Y animó a todos a que se consagraran por completo a Dios y a mantenerse fieles.
En ese momento Josué declaró una maldición, diciendo: “Maldito sea ante el Señor todo aquel que intente reconstruir esta ciudad de Jericó. Él pone sus cimientos a costa de su hijo primogénito; él pone sus puertas a costa de su hijo menor”.
Pero Rut contestó: “Por favor, no sigas pidiéndome que te deje y vuelva. Donde tú vayas, yo iré. Donde tú vivas, viviré yo. Tu pueblo será mi pueblo. Tu Dios será mi Dios.