¡Cuán miserable soy! ¿Quién me rescatará de este cuerpo que causa mi muerte? ¡Gracias a Dios, porque él me salva a través de Jesucristo, nuestro Señor!
Y no solo la creación, sino que nosotros también, quienes tenemos un anticipo del Espíritu, y clamamos por dentro mientras esperamos que Dios nos “adopte”, que realice la redención de nuestros cuerpos.