Y todos ellos murieron creyendo aún en Dios. Aunque no recibieron las cosas que Dios prometió, todavía las esperaban, como desde la distancia y lo aceptaron gustosos, sabiendo que eran extranjeros en esta tierra, pasajeros solamente.
Cristo ha venido como sumo sacerdote de todas las buenas experiencias que ahora tenemos. Entró a un tabernáculo más grande y completo que no fue hecho por manos humanas, ni es parte de este mundo creado.