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Referencias Cruzadas
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1 Samuel 30:14

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Asaltamos a los queretanos en el Neguev, así como la parte que pertenece a Judá y el Neguev de Caleb. También quemamos Siclag”.

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14 Referencias Cruzadas  

Benaía, hijo de Joiada, estaba a cargo de los queretanos y peletanos; y los hijos de David eran sacerdotes.

Entonces el sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaía, hijo de Joyadá, junto con los cereteos y los peleteos, fue y colocó a Salomón en la mula del rey David, y lo condujo hasta el manantial de Gihón.

Envió a Salomón a ser ungido con el sacerdote Sadoc, con el profeta Natán y con Benaía, hijo de Joyadá, y con los cereteos y los peleteos. Le hicieron montar en la mula del rey.

Benaía, hijo de Joiada, estaba a cargo de los queretanos y peletanos; y los hijos de David estaban al lado del rey, sirviendo como sus principales funcionarios.

por eso dice el Señor Dios: ¡Cuidado! Voy a llegar a atacar a los filisteos, y eliminaré a los queretanos y destruiré a los que queden en la costa.

¡Grande es el desastre que viene sobre ustedes, filisteos, ustedes habitantes de las costas y de la tierra de Canaán! El Señor ha emitido juicio sobre ustedes. Los destruiré, y no habrá sobrevivientes.

Así que Josué bendijo a Caleb y le concedió la propiedad de Hebrón.

El Señor le había ordenado a Josué que asignara algunas tierras en el territorio de Judá a Caleb, hijo de Jefone, y así se le dio la ciudad de Quiriat-arba, o Hebrón. (Arba era el padre de Anac).

Pero los campos más alejados de la ciudad y las aldeas habían sido dados en propiedad a Caleb hijo de Jefone.

El hombre se llamaba Nabal, y su esposa se llamaba Abigail. Era una mujer sabia y hermosa, pero su marido era cruel y trataba mal a la gente. Era descendiente de Caleb.

Tres días después, David y sus hombres llegaron de nuevo a Siclag. Unos amalecitas habían hecho una incursión en el Néguev y en Siclag. Habían atacado Siclag y la habían incendiado.

“¿De quién eres esclavo y de dónde vienes?” le preguntó David. “Soy egipcio – respondió –, esclavo de un amalecita. Mi amo me abandonó hace tres días cuando me enfermé.

“¿Puedes guiarme hasta esos asaltantes?” preguntó David. “Si me juras por Dios que no me matarás ni me entregarás a mi amo, entonces te llevaré hasta ellos”, respondió el hombre.

Entonces llevó a David hasta donde los amalecitas, quienes estaban esparcidos por todo el lugar, comiendo, bebiendo y bailando debido al gran botín que habían tomado de las tierras de los filisteos y de Judá.




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