David les preguntó a Ahimelec el hitita y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab: “¿Quién quiere acompañarme al campamento a ver a Saúl?” “Iré contigo”, respondió Abisai.
¿Quién mató a Abimelec, hijo de Jerub-Beshet? ¿No fue una mujer la que dejó caer una piedra de molino sobre él desde el muro, matándolo allí en Tebez? ¿Por qué se acercó tanto a la muralla?’ Tú dile: ‘Además, tu oficial Urías el hitita fue asesinado’”.
Entonces, ¿por qué has tratado con desprecio lo que dijo el Señor, haciendo el mal ante sus ojos? Mataste a Urías el hitita con la espada y le robaste su esposa; lo mataste usando la espada de los amonitas.
El rey ordenó a Joab, Abisai e Ittai: “Traten al joven Absalón con delicadeza por mí”. Todos los hombres oyeron que el rey daba órdenes a cada uno de sus comandantes sobre Absalón.
Joab, hijo de Sarvia, y los hombres de David partieron y se encontraron con ellos en el estanque de Gabaón, donde todos se sentaron, uno frente al otro, al otro lado del estanque.
Un carro importado de Egipto costaba seiscientos siclos de plata, y un caballo ciento cincuenta. También los exportaban a todos los reyes hititas, y a los reyes arameos.
Esto era porque el Señor había hecho que los arameos oyeran el ruido de carros, caballos, como si fuera un gran ejército que se acercaba.Así que los arameos dijeron: “Seguro que el rey de Israel ha contratado a los reyes de los hititas y de los egipcios para que vengan a atacarnos”.
Así sabrán que el Dios vivo está aquí con ustedes”, les dijo. “Tengan la seguridad de que Él expulsará delante de ustedes a los cananeos, a los hititas, a los heveos, a los ferezeos, a los guirgaseos, a los amorreos y a los jebuseos.
Así que David y Abisai fueron al campamento del ejército por la noche. Saúl estaba durmiendo en el campamento con su lanza clavada en el suelo junto a su cabeza, y Abner y sus hombres dormían a su alrededor.