pero Eleazar se mantuvo firme y siguió matando filisteos hasta que se le quedó la mano en la espada. El Señor los salvó concediéndoles una gran victoria. El ejército israelita regresó, pero sólo para despojar a los muertos.
Aun así, todo el que te destruya será destruido. Todos tus enemigos, hasta el último, serán enviados al exilio. Los que te saquearon serán saqueados, y todos los que te robaron serán robados.
“Las noticias de una catástrofe tras otra llegan a raudales, pues todo el país está en ruinas. Mi propia casa se destruye en un instante, y también todo lo que hay dentro.
Entonces los hombres de Israel y de Judá se lanzaron al grito de guerra y persiguieron a los filisteos hasta Gat y hasta las puertas de Ecrón. Sus cuerpos fueron esparcidos a lo largo del camino de Saaraim hacia Gat y Ecrón.
Se tomó la vida en sus manos cuando mató al filisteo, y el Señor logró una gran salvación para todo Israel. Tú lo viste y te alegraste, así que ¿por qué pecar y derramar sangre inocente matando a David sin tener ninguna razón?”