Diles a los que tienen miedo: ¡Sean fuertes! ¡No tengan miedo! Miren que su Dios viene a castigar a sus enemigos, y vendrá con la retribución divina para salvaros.
Dile que se calme y se calle. No tengas miedo ni te asustes por un par de trozos de leña que arden, por la ira ardiente de Rezín y Aram, y del hijo de Remalías.
Entonces Caleb pidió silencio mientras la gente se paraba delante de Moisés y les decía: “Vamos a tomar la tierra. Podemos conquistar el país, ¡sin duda!”
No se rebelen ni luchen contra el Señor. No hay que tener miedo de la gente que vive en el campo, ¡podemos cogerlos fácilmente! Están indefensos y el Señor está con nosotros. ¡No les tengan miedo!”
Así que dame la región montañosa de la que habló el Señor. Ya oíste hablar entonces de los descendientes de Anac que vivían allí en grandes ciudades fortificadas. Si el Señor está conmigo, los expulsaré como el Señor prometió”.
Jonatán le dijo al joven que llevaba la armadura: “Vamos, crucemos a la guarnición de estos hombres paganos. Tal vez el Señor nos ayude. Al Señor no le cuesta ganar, sea por muchos o por pocos”.
Uno de los criados respondió: “Conozco a un hijo de Isaí, de Belén, que es bueno tocando el arpa. Es un hombre valiente, buen luchador, de buen hablar y guapo, y el Señor está con él”.