El ejército tomó ovejas y ganado del botín, lo mejor de lo que estaba apartado para Dios, para sacrificarlo al Señor, tu Dios, en Gilgal”.
“Fue la mujer que me diste quien me brindó del fruto del árbol, y yo lo comí”, respondió Adán.
Entonces el Señor le preguntó a Eva: “¿Por qué has hecho esto?” “La serpiente me engañó, y yo lo comí”, respondió ella.
“¡Este perfume pudo haberse vendido por mucho dinero y lo habríamos regalado a los pobres!”
“El ejército las trajo de los amalecitas”, respondió Saúl. “Les perdonaron las mejores ovejas y reses para sacrificarlas al Señor, tu Dios, pero nosotros destruimos por completo el resto”.