Pero el pueblo le dijo a Saúl: “¿Tiene que morir Jonatán, el que logró esta gran victoria en Israel? ¡De ninguna manera! Juramos por la vida del Señor que ni un solo cabello de su cabeza caerá al suelo, pues fue con la ayuda de Dios que logró esto hoy”. El pueblo salvó a Jonatán, y éste no murió.
Después de que Saúl aseguró su dominio sobre Israel, luchó contra todos sus enemigos de alrededor: Moabitas, amonitas, edomitas, los reyes de Soba y los filisteos. En cualquier dirección que tomara, los derrotaba a todos.