“Dime qué has hecho”, le preguntó Saúl a Jonatán. “Sólo probé un poco de miel con la punta de mi bastón”, le dijo Jonatán. “Aquí estoy, y tengo que morir”.
Pero Jonatán no se había enterado de que su padre había ordenado al ejército hacer ese juramento. Así que metió la punta de su bastón en el panal, cogió un trozo para comer y se sintió mucho mejor.