Entonces los marineros dijeron entre sí: “Echemos suertes para descubrir quién es el culpable de este desastre que ha venido sobre nosotros”. Así que echaron suertes y salió el nombre de Jonás.
Saúl les dijo a todos: “Ustedes pónganse a un lado, y yo y mi hijo Jonatán nos pondremos en el lado opuesto”. “Hagan lo que les parezca mejor”, respondió el ejército.