A ellos se les explicó que lo que hacían no era para ellos mismos, sino para ustedes, pues aquello de lo que ellos hablaron, ustedes lo han aprendido de aquellos que compartieron la buena noticia con ustedes por el Espíritu Santo que el cielo envió. ¡Hasta los ángeles quieren saber sobre esto!
Y Jesús murió por culpa de los pecados, una vez y para siempre, el Único que es completamente verdadero y justo, por aquellos que somos malos, para poder llevarnos a Dios. Fue llevado a muerte en su cuerpo, pero vino a la vida en el espíritu.
A él le siguió un ángel que venía desde el altar que servía para el fuego, y clamó a gran voz al ángel que tenía la hoz afilada: “Toma tu hoz y recoge los racimos de uvas de la viña de la tierra, porque sus uvas están maduras”.