Porque el Dios que dijo: “Que brille la luz en medio de la oscuridad”, brilló en nuestros corazones para iluminar el conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.
Pero ahora han llegado a conocer a Dios, o mejor aún, han llegado a ser conocidos por Dios. ¿Cómo pueden volver, entonces, a esas reglas inútiles y sin valor? ¿Quieren ser esclavos de esas reglas nuevamente?
Amigos, no les escribo para darles un nuevo mandamiento, sino un mandamiento antiguo que ya teníamos desde el principio. Este mandamiento antiguo ya lo han escuchado.
Y todos los que son nacidos de Dios ya no pecan más, porque la naturaleza de Dios habita en ellos. Y no pueden seguir pecando porque han nacido de Dios.
Los que dicen: “Yo amo a Dios”, pero odian a su hermano o hermana en la fe, son mentirosos. Los que no aman a un hermano al que pueden ver, no pueden amar a Dios, a quien no ven.