Pero yo les digo que cualquier hombre que se divorcia de su esposa, a menos que sea por inmoralidad sexual, la hace cometer adulterio, y cualquiera que se case con una mujer divorciada, comete adulterio.
Cualquier hombre que se divorcia de su esposa y se casa con otra mujer, comete adulterio, y el hombre que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio.
Ahora, al resto de ustedes (y en esto hablo yo, y no el Señor), yo les diría que si un hombre cristiano tiene una esposa que no es cristiana y ella está dispuesta a permanecer con él, entonces él no debe dejarla.
Sin embargo, si la esposa que no es cristiana se va, que se vaya. En tales casos el hombre o la mujer que sí son cristianos no tienen ataduras esclavizantes, pues Dios nos ha llamado a vivir en paz.
Ahora, en cuanto a las “personas que no están casadas”, no tengo una instrucción específica del Señor, así que permítanme darles mi opinión como alguien que mediante la misericordia del Señor es considerado digno de confianza.