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Lucas 6 - Nueva Biblia Española (1975)

1 Un sábado atravesaba él por unos sembrados; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano.

2 Unos fariseos les dijeron: ¡Cómo!, ¿hacen lo que no está permitido en sábado?

3 Jesús les replicó: ¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus hombres sintieron hambre?

4 Entró en la casa de Dios, tomó los panes dedicados -que sólo a los sacerdotes les está permitido comer-, comió él y les dio a sus hombres.

5 Y añadió: Dueño del sábado es el hombre.

6 Otro sábado entró en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía el brazo derecho paralizado.

7 Los letrados y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado y encontrar de qué acusarlo.

8 Pero él, conociendo sus intenciones, dijo al hombre del brazo paralizado. Levántate y ponte ahí en medio. El hombre se levantó y se quedó en pie.

9 Jesús les dijo: Una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido en sábado, hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o acabar con ella?

10 Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: Extiende el brazo. Lo hizo, y su brazo quedó normal.

11 Ellos se pusieron furiosos y discutían qué podrían hacer con Jesús.

12 Por aquel entonces se fue a la montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios.

13 Cuando se hizo de día llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles:

14 Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,

15 Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón apodado el Fanático

16 Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

17 Al bajar Jesús del monte con ellos, se detuvo en un llano con un buen grupo de discípulos y una muchedumbre del pueblo, procedente de todo el país judío, de Jerusalén y de la costa de Tiró y Sidón.

18 Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados,

19 y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

20 Jesús, dirigiendo la mirada a sus discípulos, dijo: Dichosos ustedes los pobres, porque tienen a Dios por Rey.

21 Dichosos ustedes los que ahora pasan hambre, porque van a ser satisfechos. Dichosos ustedes los que ahora lloran, porque van a reír.

22 Dichosos ustedes cuando los odien los nombres y los expulsen y los insulten y difundan mala fama de ustedes por causa de este Hombre'.

23 Alégrense ese día y salten de gozo, miren que les va a dar Dios una gran recompensa; porque así es como los padres de éstos trataban a los profetas.

24 Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen su consuelo!

25 ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque van a pasar hambre! ¡Ay de ustedes los que ahora ríen, porque van a lamentarse y a llorar!

26 ¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Porque así es como los padres de éstos trataban a los falsos profetas.

27 Pero, en cambio, a- ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian,

28 bendigan a los que los maldicen, recen por los que los injurian,

29 Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica.

30 A todo el que te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

31 Así, pues, traten a los demás como quieren que ellos los traten.

32 Si quieren a los que los quieren, ¿qué generosidad es ésa? También los descreídos quieren a quien los quiere.

33 Y si hacen el bien al que les hace el bien, ¿qué generosidad es ésa? También los descreídos lo hacen,

34 Y si prestan sólo cuando esperan cobrar, ¿qué generosidad es ésa? También los descreídos se prestan unos a otros con intención de cobrarse.

35 ¡No! Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los malos y desagradecidos,

36 Sean generosos como su Padre es generoso.

37 Además, no juzguen y no lo» juzgarán; no condenen y no los condenarán; perdonen y los perdonarán;

38 Den y les darán: les verterán una medida generosa, colmada, apretada, rebosante. La medida que usen la usarán con ustedes.

39 Y añadió una comparación: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

40 Un discípulo no es más que su maestro, aunque, terminado el aprendizaje, le llegará a su maestro,

41 ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?

42 ¿Cómo te permites decirle a tu hermano: 'Hermano, déjame que te saque la mota del ojo', sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano,

43 Cierto, no hay árbol sano que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto sano.

44 Cada árbol se conoce por su fruto: ¡no se sacan higos de las zarzas ni se cosecha uva de los espinos!

45 El hombre bueno, de la bondad que almacena en su corazón saca el bien, y el malvado, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón lo habla la boca.

46 ¿Por qué me andan llamando: 'Señor, Señor', y no hacen lo que digo?

47 Todo el que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, les voy a indicar a quién se parece:

48 Se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y asentó los cimientos sobre roca; vino una crecida, rompió el río contra aquella casa y no se tambaleó porque estaba bien construida.

49 El que las escucha y no las pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; rompió contra ella el río, y en seguida se derrumbó; y ¡hay que ver qué ruina la de aquella casa!

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Biblia - Luis Alonso Schökel y Juan Mateos

Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.

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