Cualquiera que diga una palabra injuriosa contra el Hijo del Hombre, podrá recibir perdón; pero el que cierre su corazón a la acción de Dios a través del Espíritu Santo, que convence del pecado, y genera la consciencia del arrepentimiento, no recibirá perdón, ni ahora, ni nunca, ya que de esto se trata la blasfemia contra el Espíritu Santo.