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Hebreos 5:7 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia

7 Cristo cuando estaba encarnado en la humanidad, oró y pidió ayuda a Dios, con gran clamor y lágrimas, pues era el único que le podría salvar de la muerte, y Dios respondió a sus oraciones porque Jesús era humilde y hacía todo lo que a su Padre le agradaba.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Mientras estuvo aquí en la tierra, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte. Y Dios oyó sus oraciones por la gran reverencia que Jesús le tenía.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 En los días de su vida mortal presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarlo de la muerte; éste fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas, y fue escuchado por su religiosa sumisión.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Quien en los días de su carne, habiendo ofrecido ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte,° fue oído a causa de su sumisión.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Cristo, en los días de su vida mortal, presentó, a gritos y con lágrimas, oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado en atención a su piedad reverencial.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 El cual en los días de su carne, habiendo ofrecido ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por su temor reverente.

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Hebreos 5:7
38 Tagairtí Cros  

Alrededor de las tres de la tarde, Jesús exclamó con una gran voz: – “¡Elí, Elí!, ¿lema sabactani?”, que significa: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”.


Y Jesús gritó muy alto nuevamente y entregó su espíritu.


En ese momento, Jesús gritó con gran intensidad: – “¡Eloí, Eloí!, ¿lema sabactani?”, que significa: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”.


Entonces, Jesús gritó muy alto y dio su último suspiro.


Entonces Jesús gritó con fuerza: – ¡Padre, en tus manos entrego mi espíritu!. Dicho esto, dio su último suspiro.


Y la Palabra de vida se encarnó y plantó su tabernáculo en nosotros, y hemos contemplado su gloria, la gloria del Unigénito que procede del Padre, lleno de gracia y de verdad.


En ese momento Jesús lloró intensamente.


Yo sé que Tú siempre me escuchas; pero por causa de la mucha gente que está cerca de mí, lo exclamé en voz alta para que se convenzan de que Tú me enviaste.


Habiendo dicho estas cosas, Jesús levantó sus ojos al cielo diciendo: – ¡Papá!, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, a fin de que el Hijo te glorifique;


En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la carne anuló su poder; por eso Dios se donó a sí mismo a través de su Hijo que vino en una condición humana, semejante a la de los pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado y por medio de la humanidad de Cristo, Dios derrotó al pecado.


pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios mandó a su Hijo que nació de una mujer y vivió bajo la ley;


Sin lugar a duda, grandes son las verdades espirituales: que Dios a través de Jesucristo fue encarnado, fue justificado en el Espíritu, fue visto y vivido por los ángeles, fue predicado entre los gentiles, el mundo tuvo fe en Él y fue recibido en el cielo con gloria.


En virtud de esa voluntad, somos santificados y perfeccionados, mediante el sacrificio del cuerpo de Cristo, que fue único y definitivo.


Por eso cuando Cristo vino al mundo dijo: – “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas interminables, sino que has preparado un cuerpo para mí.


Por la fe, Noé recibió una advertencia de Dios sobre algo que aún no se podía ver. Noé respetó la advertencia de Dios y construyó un barco muy grande para salvar a su familia. Con su fe, Noé demostró que el mundo estaba equivocado, y así heredó las bendiciones de la justicia, preparadas para los que tienen fe y agradan a Dios.


Nosotros estamos recibiendo un reino que no puede ser movido por nadie, inamovible. Por eso debemos ser muy agradecidos y motivados por esta actitud de gratitud, adoremos a Dios de la manera que a Él le agrada; hagámoslo con devoción y profundo respeto,


Y el Dios de paz, que resucitó de la muerte a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por medio de la sangre de la alianza eterna,


Así pues, como los hijos son de carne y sangre, también Cristo se hizo carne y sangre, para que por medio de su muerte destruyera al que tiene el dominio de la muerte, es decir, al diablo;


Por otro lado, aquel espíritu que no reconoce a Jesucristo tanto en palabras como en acciones no es de Dios; al contrario, se opone a Cristo. Ya se les había advertido sobre la venida de este adversario, y ahora ya está actuando en el mundo.


Pues muchos mentirosos salieron al mundo negando la humanidad de Jesucristo, el que niegue la encarnación es un enemigo de Cristo.


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