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Hebreos 11:16 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia

16 pero ellos aspiraban a una patria mejor, un hogar celestial. Por eso, Dios no se avergonzó de ser su Dios y les preparó una ciudad.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Sin embargo, buscaban un lugar mejor, una patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Pero no, aspiraban a una patria mejor, es decir, a la del cielo. Por eso Dios no se avergüenza de ellos ni de llamarse su Dios, pues él les preparó la ciudad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 pero anhelaban una mejor, esta es, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, pues les preparó una ciudad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 pero, de hecho, aspiran a una patria superior, o sea, a la del cielo. Y así se explica que Dios no tenga ante ellos reparo de ser invocado como Dios suyo, porque para ellos tenía preparada una ciudad.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

16 Pero ahora anhelaban una mejor patria, esto es, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les había preparado una ciudad.

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Hebreos 11:16
26 Tagairtí Cros  

Entonces el rey dirá a los que están a su derecha: “Vengan benditos de mi Padre, hereden el reino que había sido preparado para ustedes antes de la fundación del mundo.


Respecto a la resurrección de muertos, ¿ustedes no leyeron en el libro de Moisés como Dios habló en la zarza y dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”?


Porque cualquiera que se avergüence de mí y de mi enseñanza frente a esta generación infiel y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre, junto con sus santos ángeles.


¡No teman, mi pequeño rebaño! Porque a Dios, su Padre, le agradó darles a ustedes el reino.


Hasta el propio Moisés nos demuestra la resurrección en la historia de la zarza ardiente, pues ahí él llama al Señor “El Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”.


En la casa de mi Padre hay muchos sitios; y si no hubiera ningún espacio, yo se los hubiera dicho; me voy pues a preparar un lugar para ustedes.


“Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”; Moisés tenía tanto miedo que temblaba, y no se atrevió a mirar.


Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos a nuestro Salvador y Señor Jesucristo;


El Señor me librará de toda mala obra y me dará la salvación para su reino celestial; a Él sea la gloria por los siglos de los siglos, así sea.


Tuvieron misericordia de los que estaban presos y soportaron con alegría cuando a ustedes les quitaron sus posesiones; siguieron felices porque sabían que poseían algo mucho mejor, algo que dura para siempre.


Actuaban así porque mantenían su mirada en la ciudad invisible, que tiene fundamentos eternos, de la cual el arquitecto y constructor es Dios.


Queda claro entonces, que quienes reconocen esto todavía buscan un hogar verdadero, una patria;


Dios tenía planeado algo mejor para nosotros; Él quería perfeccionarlos también a ellos, pero junto con nosotros; a fin de que nuestra fe se junte a la fe de ellos para formar un todo completo para el cumplimiento de la promesa.


Ustedes, en cambio, se han acercado a un lugar diferente, que es el monte Sion, la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, donde se reúnen millares de ángeles para celebrar,


porque en este mundo no tenemos una ciudad permanente sino que buscamos la ciudad que está por venir.


Por tanto, el que santifica, como los que son santificados, proceden de un mismo Padre, Dios, por esta razón, Jesús no se avergüenza de llamarlos sus hermanos;


Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente adornada para su novio.


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