2 Corintios 3:3 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia3 Ustedes deben manifestar que son una carta de Cristo, gracias al servicio realizado por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo. No está escrita en tablas de piedra, más bien está escrita en sus corazones. Féach an chaibidilTuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 19603 siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. Féach an chaibidilBiblia Nueva Traducción Viviente3 Es evidente que son una carta de Cristo que muestra el resultado de nuestro ministerio entre ustedes. Esta «carta» no está escrita con pluma y tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente. No está tallada en tablas de piedra, sino en corazones humanos. Féach an chaibidilBiblia Católica (Latinoamericana)3 Nadie puede negar que ustedes son una carta de Cristo, de la que hemos sido instrumentos, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; carta no grabada en tablas de piedra, sino en corazones humanos. Féach an chaibidilLa Biblia Textual 3a Edicion3 siendo manifiesto que sois una epístola del Mesías ministrada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra,° sino en tablas que son corazones de carne.° Féach an chaibidilBiblia Serafín de Ausejo 19753 Es evidente que sois una carta de Cristo, redactada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne de los corazones. Féach an chaibidilBiblia Reina Valera Gómez (2023)3 siendo manifiesto que sois carta de Cristo ministrada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. Féach an chaibidil |
Si la ley escrita que condena a la muerte y que fue dada en tablas de piedra, tuvo una gran ceremonia gloriosa, a tal punto que cuando se le entregó a Moisés, aquel momento fue tan grandioso que la cara de Moisés resplandecía, y la gloria de su rostro era tan fuerte que los israelitas no podían mirar a Moisés cara a cara, aunque ese brillo estaba destinado a desaparecer;
¡la sangre de Cristo puede hacer muchísimo más, es mucho más poderosa y significativa! Él se ofreció a Dios como un sacrificio perfecto por el Espíritu eterno. Su sangre purifica nuestra conciencia del mal que hemos hecho, purifica nuestro ser por completo, para que así podamos adorar al Dios viviente.