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Proverbios 27:22 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

22 Aunque al necio lo muelas y lo vuelvas a moler y lo reduzcas a polvo como al grano, no le quitarás lo necio.

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Biblia Reina Valera 1960

22 Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, No se apartará de él su necedad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Es imposible separar al necio de su necedad, aunque lo muelas como al grano en un mortero.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Podrías moler al tonto en un mortero, pero su estupidez no lo dejaría.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Aunque machaques al necio con el pisón del mortero, No le quitarás su necedad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Aunque machaques al necio en el mortero con la maza de moler el grano, no se apartará de él su necedad.

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Proverbios 27:22
14 Tagairtí Cros  

Pero a pesar de la advertencia del profeta, Jeroboán no se apartó de sus malos caminos. En vez de eso, nombró más sacerdotes de entre la gente del pueblo, para que ofrecieran sacrificios a los ídolos en los santuarios de las colinas. Todo el que quisiera ser sacerdote podía pedirle a Jeroboán que lo nombrara como tal, y él lo hacía.


El faraón, sus funcionarios y todo el pueblo de Egipto se levantaron en la noche. Y hubo amargo llanto en todo Egipto, porque no había casa donde no hubiera un muerto.


Cuando el faraón y sus hombres se dieron cuenta de que los israelitas se habían escapado, cambiaron de parecer, y dijeron: «¿Cómo hemos dejado que estos esclavos se nos vayan? ¿Quién va a hacer el trabajo que ellos hacían? ¿Por qué hemos sido tan torpes?».


Los enemigos dijeron: «Los seguiremos, les daremos alcance y los destruiremos. ¡Los destrozaremos con nuestras espadas y repartiremos el botín!».


La corona del sabio es su sabiduría; la de los necios su necedad.


Después dirás: «Me pegaron y ni siquiera lo sentí. No me di cuenta cuando me golpearon. ¿Cuándo despertaré para ir a buscar otro trago?».


Como el perro vuelve a su vómito, así el necio vuelve a su necedad.


Oh pueblo mío, ¿no han recibido suficiente castigo? ¿Por qué obligarme a azotarlos una y otra vez? ¿Es su intención ser rebeldes toda la vida? De la cabeza a los pies están enfermos, débiles y desfallecidos, cubiertos de magulladuras, verdugones y heridas infectadas, sin ungir ni vendar.


¿Podrá el etíope cambiar el color oscuro de su piel? ¿O el leopardo quitarse sus manchas? Pues tampoco ustedes, pues están tan acostumbrados al mal, que son incapaces de comenzar a ser buenos.


Señor, tú no aceptas sino la verdad. Castigándolos has tratado de hacer que reflexionen y sean honrados, pero no quieren cambiar. Los has arruinado, pero no escarmientan y se niegan a dejar su conducta malvada. Con el rostro como dura piedra por su terquedad, están empecinados en no arrepentirse.


Cuando Saúl supo lo que había sucedido, envió a otros soldados, pero ellos también profetizaron. Y lo mismo ocurrió una tercera vez.


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