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Oseas 11:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Yo lo capacité desde su infancia, le enseñé a andar y lo sostuve en mis brazos. Pero él ni siquiera se dio cuenta de que era yo quien lo cuidaba.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Yo mismo le enseñé a Israel a caminar, llevándolo de la mano; pero no sabe ni le importa que fui yo quien lo cuidó.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Yo, sin embargo, le enseñaba a andar a Efraím, sujetándolo de los brazos, pero ellos no entendieron que yo cuidaba de ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Pero fui Yo el que enseñó a andar a Efraín tomándolo por sus brazos, Pero no reconocieron que Yo era el que los sanaba.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Yo enseñé a Efraín a andar, los llevé en mis brazos; pero no comprendieron que yo los cuidaba.

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Oseas 11:3
20 Tagairtí Cros  

Él habló y fueron sanados, arrebatados de las puertas de la muerte.


Les dijo: «Yo soy el Señor su Dios. Si ustedes prestan atención a mi voz, y me obedecen y hacen lo que es bueno, no los dejaré sufrir las enfermedades que envié sobre los egipcios, porque yo soy el Señor que les da la salud».


“Ustedes han visto lo que hice con los egipcios, y cómo los traje a ustedes con tanto cuidado, como cuando las águilas llevan sobre sus alas a sus polluelos.


»Servirán al Señor su Dios solamente, y yo los bendeciré con alimentos y agua, y apartaré toda enfermedad de entre ustedes.


Escuchen, cielo y tierra, lo que dice el Señor: Los hijos que crie y cuidé por tanto tiempo y tan tiernamente se han vuelto contra mí.


La luna será tan brillante como el sol, y la luz de este más esplendorosa que la de siete días claros. Así será el tiempo cuando el Señor comience a sanar a su pueblo y a curarle las heridas que le causó.


Escúchenme, todos lo que han quedado de Israel: Yo los creé y los he cuidado desde su nacimiento.


y los libró de todas sus aflicciones. No fue ningún enviado del Señor, sino que él en persona, motivado por su amor y piedad, los redimió, los levantó y los condujo todos aquellos años antiguos.


Les devolveré a ustedes la salud y sanaré sus heridas. Ahora los llaman «Los desechados» y «Jerusalén, sitio que nadie quiere».


¿No hay remedio en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué no hace Dios algo? ¿Por qué no nos brinda su auxilio?


Entonces el Señor dirá: «¡Yo te curaré de la idolatría y de la infidelidad, y mi amor no conocerá límites, pues mi cólera se habrá aplacado para siempre!


»Ella no se da cuenta que todo lo que tiene ha sido provisto por mí. ¡Fui yo quien le dio todo el oro y la plata que ella usó para adorar a Baal, su dios!


»Yo deseaba perdonar a Israel, pero sus maldades fueron demasiado grandes. ¡Todos los que viven en Samaria son mentirosos, ladrones o bandidos que se meten a las casas a robar, o asaltan en las calles!


»Yo los ayudé y los fortalecí, sin embargo ahora se vuelven contra mí.


Él nos ha cuidado en nuestra peregrinación por el desierto de la manera que un padre cuida a sus hijos”.


El Dios eterno es tu refugio, y abajo están los brazos eternos. Arroja a tus enemigos delante de ti y grita: “¡Destrúyelos!”.


¿Recuerdas cómo te condujo el Señor a través del desierto durante estos cuarenta años, humillándote y probándote para saber dónde estaban tus prioridades y si realmente obedecerías o no sus mandamientos?


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