Biblia Todo Logo
Bíobla ar líne
- Fógraí -





Mateo 27:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 ―He pecado entregando a un inocente —declaró. ―Y a nosotros ¿qué nos importa? —le respondieron.

Féach an chaibidil Cóip


Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

4 diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Nueva Traducción Viviente

4 —He pecado —declaró—, porque traicioné a un hombre inocente. —¿Qué nos importa? —contestaron—. Ese es tu problema.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Les dijo: 'He pecado: he entregado a la muerte a un inocente. Ellos le contestaron: '¿Qué nos importa eso a nosotros? Es asunto tuyo.

Féach an chaibidil Cóip

La Biblia Textual 3a Edicion

4 diciendo: Pequé entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: ¿Y a nosotros qué? ¡Allá tú!

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 diciendo: 'He pecado entregando sangre inocente'. Pero ellos contestaron: 'Y a nosotros, ¿qué? ¡Allá tú!'.

Féach an chaibidil Cóip




Mateo 27:4
33 Tagairtí Cros  

Cuando Acab oyó estas profecías, se vistió con ropa áspera y ayunó. No se quitaba esa ropa para dormir, y andaba deprimido.


Porque ustedes lo malinterpretan todo. Son doctores que no saben lo que hacen.


«Todo eso lo había escuchado antes. ¡Qué lastimosos consoladores son ustedes!


Ellos acusan a la gente recta y condenan a muerte al inocente.


El faraón llamó a Moisés y a Aarón durante la noche y les dijo: «Salgan, por favor, de en medio de mi pueblo; vayan y sirvan a su Dios como querían.


El faraón mandó a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: ―Ahora reconozco mi falta. Yo y mi pueblo hemos actuado mal.


Al hombre lo alaban según su sabiduría, pero al de corazón perverso lo desprecian.


Pero una cosa sí les digo: Si me matan serán culpables de la muerte de un inocente, y la responsabilidad recaerá sobre esta ciudad y cuantos en ella viven, porque es absolutamente cierto que el Señor fue quien me envió a decir cada una de las palabras que de mí han oído.


Entonces clamaron al Señor, el Dios de Jonás: «Señor, no nos hagas morir por el pecado de este hombre, y no nos hagas responsables de su muerte, porque no ha sido culpa nuestra lo ocurrido; tú enviaste esta tempestad en su contra, porque tú tienes buenas razones para ello».


Mientras Pilato presidía el tribunal, le llegó el siguiente mensaje de su esposa: «No te metas con ese hombre, porque anoche tuve una horrible pesadilla por culpa suya».


El centurión y los soldados que vigilaban a Jesús, horrorizados por el terremoto y los demás acontecimientos, exclamaron: ―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!


Entonces él les dijo por tercera vez: ―Pero, ¿qué delito ha cometido este hombre? No lo encuentro culpable de nada que merezca la pena de muerte. Voy a ordenar que lo azoten y después lo dejaré libre.


Nosotros merecemos este castigo y sufrimos a causa de nuestros delitos; pero este no ha hecho nada malo.


El capitán romano, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: ―En verdad, este hombre era justo.


Los judíos le dijeron: ―Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, pues se ha hecho pasar por el Hijo de Dios.


Como no hallaban ninguna causa justa para condenarlo, buscaron la manera de que Pilato lo matara.


Sabemos que esto que dice la ley, lo dice a quienes están sujetos a ella. Por eso, el mundo entero tiene que callar y todos tendrán que reconocer que el juicio de Dios es justo.


Los propagadores de tales enseñanzas mienten con tanta hipocresía que la conciencia ni siquiera les molesta.


Dicen que conocen a Dios, pero en la práctica demuestran no conocerlo. Son odiosos, desobedientes e incapaces de hacer lo bueno.


Era provechoso para nosotros tener un sumo sacerdote así como él: santo, sin maldad, intachable, apartado de los pecadores y elevado más alto que el cielo.


sino con la preciosa sangre de Cristo, que fue como un cordero sin mancha y sin defecto.


No seamos como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Por qué lo mató? Pues porque Caín hacía lo que es malo y su hermano lo que es justo.


Aquel será un día de júbilo mundial; en todas partes, las gentes felices intercambiarán regalos y organizarán fiestas en celebración de la muerte de los dos profetas que tanto las habían atormentado.


―He pecado —reconoció finalmente Saúl—. Sí, he desobedecido tus instrucciones y el mandamiento del Señor. Le tuve miedo al pueblo y les dejé hacer lo que quisieron.


―He pecado —insistió Saúl—. Pero, por lo menos, hónrame delante de los jefes y delante del pueblo yendo conmigo a adorar al Señor tu Dios.


¿Te has olvidado de cuando arriesgó su vida por dar muerte a Goliat y cómo el Señor le dio una gran victoria a Israel como resultado? Entonces estabas muy feliz. ¿Por qué ahora quieres asesinar a un hombre inocente? No hay razón para ello.


Lean orainn:

Fógraí


Fógraí