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Mateo 2:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

11 Entonces entraron en la casa, y al ver al niño con María, su madre, se postraron ante él para adorarlo. Luego abrieron sus alforjas y le ofrecieron como tributo oro, incienso y mirra.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres de tesoro y le dieron regalos de oro, incienso y mirra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 y entrando en la casa, vieron al niño con su madre Miriam,° y postrándose lo adoraron; luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron como presentes oro, incienso y mirra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre y, postrados en tierra, lo adoraron. Abrieron luego sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

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Mateo 2:11
33 Tagairtí Cros  

Entonces Israel, su padre, finalmente les dijo: ―Si no se puede evitar, entonces por lo menos hagan esto: Carguen los burros con los mejores productos de la tierra: bálsamo, miel, especias, mirra, nueces y almendras, y llévenle todo eso a aquel hombre.


Entonces entregó al rey un presente: tres mil novecientos sesenta kilos de oro, además de grandes cantidades de especias y piedras preciosas; en realidad, fue el presente más grande de especias que el rey Salomón recibió.


Llegó a Jerusalén con una larga caravana de camellos cargados de especias, oro y joyas. Al ver a Salomón, le hizo todas las preguntas que había preparado.


Bésenle los pies, antes que se encienda su ira y perezcan en el camino, pues su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en él buscan el refugio!


Tus vestiduras exhalan perfume de mirra, áloe y casia. En tus palacios adornados de marfil hay música de arpa para deleite tuyo.


Los reyes de Tarsis y de las costas remotas, le darán tributo. Los reyes de Sabá y Seba, todos traerán sus obsequios.


¡Viva el rey! Que le den el oro de Sabá. Que el pueblo ore por él sin cesar, y que todos los días lo bendigan.


Vamos, arrodillémonos ante el Señor nuestro hacedor,


Estas fueron las instrucciones que el Señor le dio a Moisés acerca del incienso: «Tomarás cantidades iguales de aromas: resina, uña aromática, gálbano e incienso puro,


¿Quién es este que irrumpe de los desiertos como nube de humo por la tierra, entre aromas de mirra e incienso y perfumes exóticos?


Multitud de camellos convergerán en ella, dromedarios de Madián, de Sabá y de Efa también, mercaderes de oro e incienso para añadirlos a la alabanza de Dios.


Los sacerdotes entonces sacarán un puñado de harina fina mezclada con aceite de oliva e incienso, y la quemarán sobre el altar como porción representativa delante del Señor, como una ofrenda recordatoria de olor grato al Señor.


»Sepan que mi fama es muy grande y respetada en todas las naciones que hay desde el oriente hasta el occidente. Por todo el mundo ofrecen perfumes delicados y ofrendas puras en honor a mi gran fama. ¡De qué manera se ha extendido mi fama entre las otras naciones! Lo digo yo, el Señor Todopoderoso.


También presentó una pequeña bandeja de oro llena de incienso, que pesaba unos ciento veinte gramos.


Así fue el nacimiento de Jesucristo. Su madre, María, estaba comprometida con José. Pero antes de la boda, el Espíritu Santo hizo que quedara encinta.


Mientras Jesús hablaba a la gente, su madre y sus hermanos, que deseaban hablar con él, se tuvieron que quedar fuera.


Los otros discípulos, maravillados, se arrodillaron y le dijeron: ―¡No cabe duda de que eres el Hijo de Dios!


Los sabios se llenaron de alegría cuando vieron la estrella.


y preguntaron: ―¿Dónde está el recién nacido rey de los judíos? Vimos su estrella en el lejano oriente y venimos a adorarlo.


Fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.


Ana llegó también en aquel mismo momento, dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban que Dios liberara a Jerusalén.


También Nicodemo, el que había visitado a Jesús de noche, llegó con unos treinta y cuatro kilos de una mezcla de mirra y áloe.


Entonces me postré a sus pies para adorarlo, pero me dijo: «¡No! ¡No lo hagas! Soy un siervo al igual que tú y tus hermanos que proclaman fielmente su fe en Jesús. Adora sólo a Dios. El propósito de las profecías es dar testimonio de Jesús».


Al hacerlo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él con arpas y copas de oro llenas de incienso —que son las oraciones del pueblo santo—,


Y lo despreciaron y se negaron a ofrecerle presentes. Pero Saúl los ignoró.


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