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Jueces 5:23 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

23 »Pero el ángel del Señor lanzó una maldición sobre Meroz. “Que el Señor los castigue con dureza”, dijo, “porque no vinieron a ayudar al Señor contra sus enemigos”.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

23 Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová; Maldecid severamente a sus moradores, Porque no vinieron al socorro de Jehová, Al socorro de Jehová contra los fuertes.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 “Que sean malditos los habitantes de Meroz —dijo el ángel del Señor—. Que sean completamente malditos, porque no vinieron para ayudar al Señor, para ayudar al Señor contra los poderosos guerreros”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Maldigan a Meroz, dijo el ángel de Yavé, maldigan, maldigan a sus habitantes que no estuvieron allí para ayudar a Yavé, para ayudar a Yavé con los valientes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 ¡Maldecid a Meroz! dice el ángel de YHVH, Maldecid severamente a sus moradores, Porque no vinieron en ayuda de YHVH, En ayuda de YHVH con los valientes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Maldecid a Meroz, dice el ángel de Yahveh, maldecid y maldecid a sus habitantes, porque no vinieron en ayuda de Yahveh, en ayuda de Yahveh, con los héroes.

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Jueces 5:23
23 Tagairtí Cros  

A continuación de ellos estaban los hombres de Tecoa, pero sus jefes no quisieron colaborar con los que dirigían la obra.


¿Quién me protegerá de los malvados? ¿Quién estará de mi parte en contra de los malhechores?


¡Malditos quienes refrenan sus espadas de derramar la sangre de ustedes, negándose a realizar la obra que el Señor les ha encomendado!


»Entonces me volveré a los de la izquierda y les diré: “¡Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus demonios.


No me atrevería a hablar de otra cosa sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para que los gentiles obedezcan a Dios. Lo he hecho con mis palabras y con el ejemplo de mi vida.


Si alguien no ama al Señor, que Dios lo maldiga. ¡Ven, Señor nuestro!


No somos más que colaboradores de Dios. Ustedes son el huerto de Dios, son el edificio de Dios.


Como colaboradores de Dios les suplicamos que no desechen su amor.


Un día el ángel del Señor llegó a Boquín, desde Guilgal y anunció al pueblo de Israel: «Los saqué de Egipto, los hice entrar en esta tierra que prometí a sus antepasados, y dije que jamás quebrantaría mi pacto con ustedes


Y decían entre ellos: «¿Hubo alguna tribu de Israel que no estuviera representada cuando tuvimos nuestro consejo delante del Señor en Mizpa?». En aquella ocasión se había acordado por juramento solemne que quien se negara a asistir «debía morir».


Entonces pensaron nuevamente en el juramento que habían hecho de matar a todos los que se habían negado a acudir a Mizpa y recordaron que al pasar lista a la tropa, de Jabes Galaad nadie había asistido.


Un día citó a Barac, hijo de Abinoán, que vivía en Cedes, en la tierra de Neftalí y le dijo: ―El Señor Dios de Israel te manda que movilices diez mil hombres de las tribus de Neftalí y Zabulón.


»Desde el monte Tabor descendió el noble remanente. El pueblo del Señor marchó contra los poderosos.


Un día el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofra, en las tierras de Joás el abiezerita. Y su hijo Gedeón había estado trillando el trigo a mano en el fondo de un lagar para esconderlo de los madianitas.


Pidió alimento a los hombres de Sucot. ―Estamos cansados y tenemos que seguir persiguiendo a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián.


Pero los jefes de Sucot le respondieron: ―Aún no les han dado alcance. Si les damos de comer y fracasan, ellos vendrán y nos destruirán.


Fue hasta Peniel, y pidió alimento allí, pero recibió la misma respuesta.


e Israel sabrá que el Señor no depende de las armas para realizar sus planes. Esta batalla le pertenece al Señor y él los va a entregar a ustedes en nuestras manos.


Un día Saúl le dijo a David: ―Te voy a dar a Merab, mi hija mayor, como esposa. Pero primero tendrás que probar que eres un verdadero soldado que pelea las batallas del Señor. Porque Saúl pensó: «Lo enviaré contra los filisteos y ellos lo matarán y así no tendré que hacerlo yo».


Perdona mi atrevimiento al venir hasta aquí. El Señor ciertamente te recompensará haciendo que tú y tus descendientes tengan el reino, porque tú peleas las batallas del Señor y jamás se hallará maldad en ti.


Si es el Señor el que te ha incitado en mi contra, que acepte mi ofrenda de paz. Pero si son hombres los que lo han hecho, que el Señor los maldiga, porque se me ha sacado de mi hogar para que, en vez de estar con el pueblo del Señor, me encuentre lejos donde adoran a dioses paganos.


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