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Josué 9:25 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

25 Pero ahora estamos en sus manos. Pueden hacer con nosotros lo que quieran.

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Biblia Reina Valera 1960

25 Ahora, pues, henos aquí en tu mano; lo que te pareciere bueno y recto hacer de nosotros, hazlo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Ahora estamos a merced de ustedes; hagan con nosotros lo que mejor les parezca.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Ahora estamos en tus manos, trátanos como te parezca bueno y justo'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Ahora pues, henos en tu mano. Haz con nosotros como te parezca bien y justo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Ahora, pues, aquí estamos, en tus manos; haz con nosotros como te parezca mejor y más recto'.

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Josué 9:25
12 Tagairtí Cros  

Entonces Abram le dijo a Saray: ―La muchacha es tu esclava, así que haz con ella lo que quieras. Saray comenzó a maltratar tanto a Agar, que esta decidió huir.


―Es una decisión difícil —respondió David—, pero es mejor caer en las manos del Señor, porque grande es su misericordia, que en manos de los hombres.


Entonces el administrador de los asuntos del palacio y el gobernador de la ciudad, junto con las demás autoridades de la ciudad y los que cuidaban a los hijos de Acab, le enviaron este mensaje: «Jehú, somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas. No proclamaremos como rey a ninguno de los hijos de Acab. Queremos que tú seas nuestro rey. Haz lo que creas conveniente».


Porque enojado estuve con mi pueblo Israel y comencé a castigarlos un poco permitiendo que cayeran en tus manos, oh Babilonia. Pero fuiste despiadada con ellos. Hasta a los ancianos obligaste a llevar pesadas cargas.


En lo que a mí toca, indefenso estoy en poder de ustedes, hagan de mí lo que quieran.


Y el rey Sedequías estuvo de acuerdo. ―Está bien —dijo—, hagan como les parezca más conveniente; no puedo impedírselos.


Sí, Padre, porque así lo quisiste.


Josué no permitió que el pueblo de Israel les diera muerte,


Pero ellos le suplicaron otra vez: ―Hemos pecado; castíganos como bien te parezca, pero sálvanos sólo una vez más de nuestros enemigos.


Enseguida regresó a Sucot. «Ustedes me injuriaron diciendo que jamás podría dar caza a Zeba y a Zalmuna, y nos negaron alimentos cuando estábamos cansados y hambrientos. Aquí tienen a Zeba y a Zalmuna».


Samuel le contó lo que el Señor le había dicho. ―Es la voluntad del Señor —respondió Elí—. Haga él como mejor le parezca.


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