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Jeremías 34:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

11 Cambiaron de sentir y volvieron a esclavizar a sus siervos.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Pero después se arrepintieron, e hicieron volver a los siervos y a las siervas que habían dejado libres, y los sujetaron como siervos y siervas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 pero luego cambiaron de opinión. Volvieron a tomar a los hombres y a las mujeres que habían liberado y los obligaron a ser esclavos otra vez.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Pero pronto cambiaron de parecer y los mandaron a buscar, reduciéndolos otra vez a la esclavitud.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Pero después se arrepintieron, e hicieron regresar a los siervos y siervas que habían dejado libres, y otra vez los redujeron a servidumbre como siervos y siervas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Pero luego se arrepintieron y obligaron a volver a los esclavos y a las esclavas que habían dejado libres, y los redujeron de nuevo al estado de esclavos y de esclavas.

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Jeremías 34:11
25 Tagairtí Cros  

pero a los que van por caminos torcidos, Señor, deséchalos. Llévatelos junto con los que hacen mal. Que haya para Israel paz y tranquilidad.


Todo lo que dicen es torcido y engañoso; ya no son sabios ni buenos.


Pero cuando el faraón vio que se habían acabado las ranas, endureció su corazón y, tal como el Señor lo había advertido, no hizo caso a la petición que le habían hecho Moisés y Aarón.


El faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: ―Rueguen al Señor que quite las ranas, y yo dejaré que su pueblo salga a ofrecerle sacrificio.


Rueguen al Señor que termine este terrible azote, pues ya hemos tenido suficientes truenos y granizo, y yo dejaré salir a su pueblo al instante.


Como el perro vuelve a su vómito, así el necio vuelve a su necedad.


Como Dios no castiga instantáneamente a los pecadores, la gente cree que puede hacer el mal impunemente.


Los príncipes y todo el pueblo habían obedecido el mandado del rey y liberado sus esclavos, pero eso fue sólo temporal.


Fue por eso que el Señor dio el siguiente mensaje a Jerusalén).


Pero ahora rehúsan cumplir, y han mancillado mi fama quebrantando su juramento y los han vuelto a esclavizar.


Y entregaré a Sedequías, rey de Judá, y a sus dignatarios en manos del ejército del rey de Babilonia, aunque este se ha alejado de la ciudad por breve tiempo.


Cuando el ejército del faraón Hofra apareció en la frontera sur de Judá para ayudar a la sitiada ciudad de Jerusalén, el ejército babilonio se retiró de Jerusalén para hacer frente a los egipcios.


El Señor dice: «Efraín y Judá, ¿qué haré con ustedes? Pues su amor hacia mí es tan inconstante, se desvanece tan pronto, como lo hacen las nubes de la mañana y como desaparece como el rocío.


Miran hacia todas partes menos hacia mí. Son como un arco torcido que nunca da en el blanco; sus jefes morirán a golpe de una espada filosa, y todo Egipto se burlará de ellos.


Destruiré también a los que antes rendían homenaje al Señor, pero ya no lo hacen, y a los que nunca lo han amado ni han querido saber de él.


¿Quién otro dejaría escapar a su enemigo cuando lo tiene en su poder? Que el Señor te recompense bien por la bondad que me has mostrado en este día.


―He hecho mal —exclamó Saúl—. Regresa, hijo mío, y no trataré más de dañarte. Tú me has perdonado la vida hoy. He sido un necio y he actuado mal, muy mal.


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