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Jeremías 10:19 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

19 ¡Ay, que terrible es mi herida, como me duele, mi enfermedad es incurable! Y yo que pensaba que sólo era un malestar pasajero.

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Biblia Reina Valera 1960

19 ¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Pero dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo sufrirla.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Mi herida es profunda y grande mi dolor. Mi enfermedad es incurable, pero debo soportarla.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 ¡Pobre de mí! ¡Qué herida! Mi llaga es incurable. Y yo que decía: 'Es un sufrimiento que se puede aguantar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 ¡Ay de mí, a causa de mi quebranto! ¡Mi herida es incurable! Pero dije: ¡Ciertamente ésta es mi aflicción, y debo soportarla!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 ¡Ay de mí por mi desastre! ¡Mi llaga es incurable! Yo había pensado: 'Es sólo una enfermedad que podré soportar'.

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Jeremías 10:19
17 Tagairtí Cros  

»Señor, ante ti estoy mudo. No abriré mi boca para decir ni una queja, pues mi castigo procede de ti.


Y yo dije: «Este es mi destino: que las bendiciones del Altísimo se hayan cambiado a odio».


Aunque el Señor esté ahora oculto, voy a esperar a que nos ayude. En él reposa mi única esperanza.


Por tanto, diles esto: Día y noche lloraré amargamente; no puedo dejar de llorar porque mi pueblo ha sido traspasado por la espada de los enemigos y ahora yace en tierra mortalmente herido.


¡Oh Señor, contra ti hemos cometido faltas gravísimas, pero ayúdanos por amor a tu propia magnífica fama!


¡Oh Señor, esperanza de Israel, todos cuantos de ti se apartan serán deshonrados y avergonzados! Su futuro es muy mediocre, sólo cosas terrenales, porque han abandonado al Señor, quien es como una fuente de aguas dadoras de vida.


¡Ay, estoy completamente lleno de dolores! ¡Me retuerzo de dolor; el corazón me late violentamente! ¡No puedo estarme sereno pues he oído y escuchado las trompetas del ejército enemigo y el vocerío de los soldados agresores que se nos vienen encima.


Entonces escuché un gran llanto y gemidos, como de parturienta primeriza. ¡Es el clamor de mi pueblo jadeante que suplica socorro, vencido por el enemigo!


Lloro por la herida de mi pueblo; estoy atónito, silencioso, mudo de dolor.


¡Hay tanto dolor que parece que no me alcanzarán todas las lágrimas para llorar por tanta desgracia! ¡Ay, ya las lágrimas no me alcanzan para llorar por tantos muertos de mi pueblo!


Llora toda la noche; las lágrimas corren por sus mejillas. Entre todos sus amantes no hay quien la consuele. Todos sus amigos la han traicionado y son ahora sus enemigos.


Me la paso llorando al ver la destrucción de mi pueblo.


Soportaré con paciencia mientras el Señor me castiga, porque reconozco que actué muy mal y lo ofendí. Pero estoy seguro de que luego él me defenderá de todos mis enemigos, y los castigará por todo el mal que me han hecho. Dios me sacará de las tinieblas a la luz, y me permitirá disfrutar de nuevo sus actos de bondad.


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