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Hechos 2:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

5 En aquellos días había en Jerusalén una gran cantidad de judíos piadosos de muchas nacionalidades.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 En esa ocasión, había judíos devotos de todas las naciones, que vivían en Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Estaban de paso en Jerusalén judíos piadosos, llegados de todas las naciones que hay bajo el cielo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y había en Jerusalem hombres judíos piadosos, provenientes de toda nación debajo° del cielo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Paraban entonces en Jerusalén judíos devotos procedentes de todos los países que hay bajo el cielo.

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Hechos 2:5
17 Tagairtí Cros  

»También celebrarán la fiesta de las Primicias, en la que me ofrecerán las primicias de la cosecha. Y finalmente, la fiesta de la Cosecha, cuando termine el trabajo de recolección de la cosecha.


Yo bien veo lo que hacen, sé lo que piensan, de modo que congregaré a todas las naciones y pueblos contra Jerusalén, en donde contemplarán mi gloria.


Este es otro mensaje que recibí del Señor Todopoderoso:


Las buenas nuevas del reino serán proclamadas en todo el mundo, para que todas las naciones las oigan. Y sólo entonces vendrá el fin.


Porque el día del Hijo del hombre, él resplandecerá como un relámpago que ilumina el cielo de un lado hasta el otro.


En aquel tiempo había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso. Vivía con la esperanza de que Dios libertara a Israel. El Espíritu Santo estaba con él


Uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: ―¿Eres tú el único que ha estado en Jerusalén y no se ha enterado de lo que ha pasado en estos días?


Entre la gente que había ido a adorar en la fiesta había algunos griegos.


Hombre piadoso, al igual que su familia, daba limosnas a manos llenas para el pueblo de Israel y oraba sin cesar.


Al irse el ángel, Cornelio llamó a dos de sus sirvientes y a un soldado piadoso miembro de su guardia personal.


Pero un día, los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los jefes de la comunidad, y persiguieron a Pablo y Bernabé y los expulsaron de la localidad.


Cuando llegó el día de Pentecostés, los creyentes estaban juntos reunidos.


Allí, vino a verme un hombre llamado Ananías, que obedecía la ley y a quien respetaban los judíos de Damasco.


Varios judíos piadosos, llenos de tristeza, enterraron a Esteban.


Así lo hizo. Y por el camino se encontró con un etíope eunuco, el tesorero de Etiopía, funcionario poderoso de la reina Candace. El etíope había ido a Jerusalén a adorar en el templo.


A partir de hoy haré que todos los pueblos de esta tierra tiemblen de temor delante de ustedes y sientan angustia ante su llegada”.


Pero para esto tienen que creer firmemente y no abandonar la esperanza que tienen gracias a las buenas noticias. Estas son las buenas noticias que un día escucharon y que ahora mismo están siendo proclamadas en el mundo entero. Y yo, Pablo, trabajo anunciándolas.


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