Biblia Todo Logo
Bíobla ar líne
- Fógraí -





Hebreos 12:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Por eso, piensen en el ejemplo que él nos dejó, pues siguió adelante a pesar de tanta oposición por parte de los pecadores. Por tanto, no se cansen ni pierdan el ánimo,

Féach an chaibidil Cóip


Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores, así no se cansarán ni se darán por vencidos.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Piensen en Jesús, que sufrió tantas contradicciones de parte de gente mala, y no les faltarán las fuerzas ni el ánimo.

Féach an chaibidil Cóip

La Biblia Textual 3a Edicion

3 Considerad pues al que soportó tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo° no se canse y desfallezca,

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Fijaos bien en él, que soportó tamaña oposición por parte de los pecadores, para que no os canséis ni perdáis ánimos.

Féach an chaibidil Cóip




Hebreos 12:3
46 Tagairtí Cros  

Si te desanimas cuando estás en medio de muchos problemas, es que no tienes mucha fortaleza.


El Señor Dios me ha dado sus palabras de sabiduría para que yo sepa qué debo decirles a todos estos fatigados. Cada mañana me despierta y abre mi entendimiento a su voluntad.


Y luego vengo yo, el Hijo del hombre, que como y bebo, y me acusan de glotón, bebedor de vino y amigo de cobradores de impuestos y de gente de la peor calaña. Pero uno demuestra la sabiduría con sus acciones».


Al oír tales exclamaciones, los fariseos dijeron: «Al contrario, este hombre expulsa demonios en el nombre de Beelzebú, príncipe de los demonios».


―¿Por qué tus discípulos desobedecen la tradición antigua? —dijeron—. ¡No están observando el ritual de lavarse las manos antes de comer!


Ya de regreso en el templo, y mientras enseñaba, los principales sacerdotes y otros jefes judíos se le acercaron a exigirle que les explicara por qué había echado del templo a los mercaderes y quién le había dado autoridad para hacerlo.


sintieron deseos de apresarlo, pero no se atrevieron porque el pueblo tenía a Jesús por profeta.


Los fariseos se reunieron para tramar la manera de enredar a Jesús en sus propias palabras y hacerle decir algo que lo comprometiera.


Un sábado, Jesús fue a comer a casa de un jefe fariseo. Los fariseos lo vigilaban.


Por eso, los fariseos y los maestros de la ley comenzaron a murmurar: Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.


Los fariseos oían todas estas cosas y se burlaban de Jesús porque a ellos les gustaba mucho el dinero.


Simeón los bendijo y le dijo a María, la madre de Jesús: «Este niño ha sido enviado para hacer que muchos caigan o se levanten en Israel. Él será una señal y muchos se le opondrán,


Los fariseos y los maestros de la ley comenzaron a pensar: «¿Quién se cree este, que dice blasfemias? Sólo Dios puede perdonar pecados».


Muchos decían: «Este tiene un demonio, y está loco. ¿Por qué le hacen caso?».


Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo: ―¿Así le contestas al sumo sacerdote?


Por estas cosas los judíos perseguían a Jesús, por hacerlas en sábado.


Entre la gente había muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Él es un buen hombre». Otros afirmaban: «No es bueno porque engaña a la gente».


Los fariseos le dijeron: ―Tú eres tu propio testigo y por eso tu testimonio no es válido.


Los judíos dijeron: ―Ahora estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió y también los profetas, pero tú dices que si alguno obedece tu palabra, nunca morirá.


Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.


Algunos fariseos que estaban con él, al oír que decía esto, le preguntaron: ―¿Quieres decir que nosotros somos ciegos?


Por eso, amados hermanos míos, estén firmes y constantes; trabajen siempre para la obra del Señor, conscientes de que nada de lo que hagamos para el Señor será en vano.


Dios, en su misericordia, es el que nos permite servirle, y por eso no nos damos nunca por vencidos.


Por eso, nunca nos damos por vencidos. Aunque este cuerpo nuestro se va desgastando, por dentro nos renovamos cada vez más.


Así que no nos cansemos de hacer el bien, porque si lo hacemos sin desmayar, a su debido tiempo recogeremos la cosecha.


“Oye, Israel, ahora que sales a la batalla no tengas miedo.


Hermanos, nunca se cansen de hacer el bien.


Mantengamos fija la mirada en Jesús, pues de él viene nuestra fe y él es quien la perfecciona. Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz y no le dio importancia a la vergüenza que eso significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.


Acaso han olvidado ya las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: «Hijo mío, no tomes como algo sin importancia la disciplina del Señor ni te desalientes cuando te reprenda,


Por lo tanto, hermanos míos, a quienes Dios ha apartado para sí y que participan en el mismo llamado de la salvación, piensen ahora en Jesús, apóstol y sumo sacerdote de nuestra fe.


Cuando lo insultaban, él no respondía con insultos. Cuando lo hacían sufrir, no los amenazaba, sino que se entregaba a Dios y dejaba que él juzgara con justicia.


Y sé también que has sufrido por mi causa pacientemente y sin claudicar.


Confíen en él y adórenlo con sinceridad. Piensen en las grandes cosas que ha hecho por ustedes.


Lean orainn:

Fógraí


Fógraí