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Efesios 6:19 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

19 Oren también por mí. Pidan a Dios que ponga en mi boca las palabras que debo decir, para que con valor anuncie las buenas nuevas que Dios había mantenido en secreto.

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Biblia Reina Valera 1960

19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Y oren también por mí. Pídanle a Dios que me dé las palabras adecuadas para poder explicar con valor su misterioso plan: que la Buena Noticia es para judíos y gentiles por igual.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Rueguen también por mí, para que, al hablar, se me den palabras y no me falte el coraje para dar a conocer el misterio del Evangelio

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 y por mí, para que me sea dada palabra al abrir mi boca, a fin de dar a conocer abiertamente el misterio del evangelio,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 y también por mí, para que Dios ponga su Palabra en mis labios y me conceda anunciar con valentía el misterio del Evangelio,

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Efesios 6:19
34 Tagairtí Cros  

Entonces Pablo y Bernabé valientemente les dijeron: «Era necesario que las buenas noticias de Dios las conocieran primero ustedes los judíos. Pero como las rechazan y se muestran indignos de la vida eterna, no nos queda otro remedio que ofrecérselas a los gentiles.


Sin embargo, Pablo y Bernabé permanecieron allí bastante tiempo, predicando abiertamente en el nombre del Señor; quien les concedía el poder de hacer grandes milagros que confirmaban el mensaje de su gracia.


En su mensaje en la sinagoga habló con valentía. Entre los que lo escucharon estaban Priscila y Aquila. Estos lo tomaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios.


Durante los tres meses siguientes Pablo estuvo visitando la sinagoga; y proclamaba abiertamente el reino de Dios.


Entonces cada uno de los presentes quedó lleno del Espíritu Santo y empezó a hablar en idiomas que no conocía, pero que el Espíritu Santo le permitía hablar.


Sin temor alguno y sin que nadie se lo impidiera, anunciaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo.


Ante la elocuencia de Pedro y Juan, y viendo que eran hombres sin muchos estudios, los miembros del concilio se maravillaron y reconocieron que habían estado con Jesús.


»Ahora, oh Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que con confianza prediquen tu palabra; y envía tu poder sanador para que muchos milagros y maravillas se realicen en el nombre de tu santo hijo, Jesús».


Después de esta oración, el edificio donde estaban reunidos se estremeció y quedaron llenos del Espíritu Santo, y se entregaron a predicar con arrojo el mensaje de Dios.


Pero Bernabé lo presentó a los apóstoles y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino de Damasco, lo que el Señor le había dicho y el poder con que predicaba en Damasco el nombre de Jesús.


hablando abiertamente en el nombre del Señor. Algunos judíos de habla griega, con los cuales había discutido, se pusieron de acuerdo para matarlo.


En nombre de nuestro Señor Jesucristo, y por el amor que el Espíritu Santo ha puesto en ustedes, les ruego que se unan a mí en esta lucha y que oren a Dios por mi trabajo.


El Dios eterno mantuvo en secreto su plan por muchos siglos, pero ahora lo ha dado a conocer por medio de las Escrituras proféticas. Esto, de acuerdo con su propio mandato, para que todas las naciones obedezcan a la fe. ¡Al que puede fortalecerlos a ustedes conforme a mi evangelio y a la predicación acerca de Jesucristo,


Unidos a Cristo, ustedes se han llenado de toda riqueza, tanto en el hablar como en el conocimiento.


Más bien exponemos la sabiduría de Dios que estaba oculta, pero que Dios había destinado para nuestra gloria desde antes de la creación del mundo.


Así que deben tenernos por siervos de Cristo encargados de impartir los secretos del Señor.


Pero ustedes nos ayudaron también con sus oraciones, y juntos podremos elevar alabanzas a Dios al contestar él los ruegos por nuestra seguridad.


Y como tenemos esta esperanza, podemos predicar con plena libertad.


Queridos hermanos corintios, les hemos hablado con entera franqueza; les hemos abierto nuestro corazón.


Tengo en ustedes la más absoluta confianza, y el orgullo que me dan es inmenso. Al pensar en ustedes me consuelo en medio de mis sufrimientos.


Ustedes son paladines en muchas cosas: en su fe en Dios, en buena predicación, en conocimiento, en dedicación al servicio y en amor hacia nosotros. Ahora deseo que se pongan a la cabeza en la gracia de dar.


Dios nos ha revelado el secreto que tenía guardado, el plan que hace muchísimo tiempo se había trazado en Cristo.


Debo hacerles entender a todos que el plan de Dios ya se está cumpliendo. Ese es el plan que desde la eternidad Dios, el Creador de todas las cosas, guardaba oculto.


Mi lucha es para que se animen, que estén unidos estrechamente por las fuertes ataduras del amor, y que alcancen la rica experiencia de una genuina certidumbre y clara comprensión, porque el plan secreto de Dios, que ya por fin ha sido revelado, es Cristo mismo.


Oren también para que Dios nos conceda muchas oportunidades de proclamar el mensaje, pues por ello estoy preso.


También saben que antes nos habían insultado y maltratado en Filipos. A pesar de eso, nuestro Dios nos dio valor y nos atrevimos a anunciarles el evangelio en medio de una gran lucha.


Hermanos, oren también por nosotros.


Finalmente, hermanos, les suplico que oren por nosotros. Pidan que el mensaje del Señor se propague rápidamente y que sea recibido y apreciado, como sucedió entre ustedes.


No hay duda alguna de que lo que Dios ha revelado acerca de nuestra fe es muy grande: Cristo vino a la tierra como hombre, fue declarado inocente por el Espíritu, fue visto por los ángeles, fue predicado entre las naciones, creído en el mundo y recibido en la gloria.


Ten una habitación lista para mí, pues espero que Dios contestará las oraciones de ustedes y permitirá que pronto vaya a verlos.


Oren por nosotros, pues estamos seguros de tener la conciencia tranquila y queremos portarnos bien en todo.


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