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Daniel 9:26 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

26 Después de las sesenta y dos semanas, se quedarán sin nada y quitarán la vida al jefe elegido por Dios. Jerusalén y el templo serán destruidos por la gente de un rey que vendrá. El fin vendrá como una inundación, y la destrucción se acabará sólo cuando se acabe la guerra.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 »Después de este período de sesenta y dos conjuntos de siete, matarán al Ungido sin que parezca haber logrado nada y surgirá un gobernante cuyos ejércitos destruirán la ciudad y el templo. El fin llegará con una inundación; guerra, y la miseria que acarrea, está decretada desde ese momento hasta el fin.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Después de las sesenta y dos semanas, será eliminado un hombre consagrado, sin que se encuentre culpa en él. Llegará un pueblo cuyo jefe destruirá la ciudad y el Templo: todo quedará sumergido y habrá guerras y desastres hasta el fin.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí. Y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el Santuario, pero su fin será como una inundación, y hasta el fin de la guerra han sido decretados asolamientos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Pasadas las sesenta y dos semanas matarán al ungido y nada quedará. Vendrá un príncipe con su tropa y destruirá la ciudad y el santuario. El final será un cataclismo, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones decretadas.

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Daniel 9:26
39 Tagairtí Cros  

―Muy bien —respondieron—, entréguenos a siete de los hijos de Saúl, el hombre que se empeñó en destruirnos. Los colgaremos delante del Señor, en Guibeá, la ciudad del rey Saúl. ―Muy bien —dijo el rey—, se los entregaré.


mi fuerza se ha secado como una teja quemada por el sol; la lengua se me pega al paladar, porque me has echado en el polvo de la muerte.


Porque el Señor enviará un poderoso ejército, el asirio, contra ti, el que como enorme granizada se abatirá sobre ti y te derribará en tierra.


Así que no más burlas para que su castigo no sea aún mayor, pues el Señor Dios Todopoderoso me ha dicho claramente que está resuelto a aplastarlos.


De la cárcel y del juicio se lo llevaron a la muerte. Pero ¿quién entre el pueblo de aquel tiempo se dio cuenta de que era por los pecados de ellos que él moría, que él sufría el castigo que a ellos correspondía?


yo abrumaré a mi pueblo con la impetuosa corriente del Éufrates; el rey de Asiria con todos sus poderosos ejércitos se abalanzará contra ellos. ¡Esta inundación llenará todos sus canales y barrerá toda la tierra de Judá, oh Emanuel, llenándola de cabo a cabo».


¿Qué es este potente ejército que se alza como el Nilo en el tiempo de la creciente, inundando toda la tierra?


El mar se ha levantado contra Babilonia; está cubierta por las olas.


Pero los hijos del rey del norte prepararán un gran ejército para la guerra que, como si fuera una inundación, avanzará arrasando con todo a su paso, y llegará hasta la fortaleza enemiga.


El rey del norte se preparará para atacar con todo el poder de su reino. Para eso hará una alianza con el rey del sur, y le dará a su hija como esposa, para que por medio de ese enlace pueda destruir su reino; pero sus planes no tendrán éxito.


Destruirá por completo a los ejércitos que estén en su contra, y también al príncipe del pacto.


»”El rey del norte hará lo que se le antoje. Estará tan orgulloso de sí mismo, que se creerá superior a todos los dioses, y dirá cosas horribles contra el Dios de dioses. Y tendrá éxito hasta que la cólera de Dios lo alcance, porque lo que debe pasar pasará.


Durante una semana este rey hará un pacto con mucha gente, pero a la mitad de la semana pondrá fin a los sacrificios rituales y las ofrendas. Entonces cometerá el más terrible de sus actos, una deshonra vergonzosa contra el altar de los sacrificios rituales, hasta que la destrucción que se había anunciado caiga sobre él”».


Y el Señor le dijo a Oseas: «Llámalo Loamí (No pueblo mío), pues Israel ya no es mi pueblo, y yo no soy ya su Dios.


¡Hasta la tierra se estremecerá de horror al ver las consecuencias de mi castigo, y sus habitantes llorarán de dolor! La tierra subirá como lo hace el río Nilo en el tiempo de la inundación, se agitará y bajará de nuevo.


Dios, el Señor Todopoderoso, toca la tierra y esta se derrite ante lo intenso de su cólera; la hace subir y bajar como si fuera el río Nilo, como ocurre en un terremoto. Por eso, lloran todos los habitantes de la tierra.


Pero también arrasa a sus enemigos como torrente que se desborda. ¡Hasta de noche perseguirá a sus enemigos!


«El reino de los cielos puede ilustrarse con el cuento de un rey que preparó un gran banquete en celebración de la boda de su hijo.


El rey, enojado, ordenó al ejército que acabara con aquellos asesinos y quemara la ciudad.


De ahora en adelante tu casa quedará abandonada,


Y él les dijo: ―¿Ven esos edificios? ¡Todos serán destruidos y no quedará ni una piedra sobre otra!


Jesús le respondió: ―¿Ves todos estos grandes edificios? De ellos no quedará una piedra sobre otra, pues serán derribados.


Cuando ustedes escuchen que hay guerras y rumores de guerras, no se inquieten. Es necesario que así suceda, pero todavía no será el fin.


―Es cierto —les respondió Jesús—. Elías vendrá primero a restaurar todas las cosas; pero lo cierto es que ya vino y la gente lo maltrató, tal como está escrito de él. Y lo mismo está escrito acerca del Hijo del hombre, que sufrirá mucho y que será rechazado.


Unos morirán a filo de espada y a otros los llevarán prisioneros a todas las naciones. Los gentiles pisotearán a Jerusalén, hasta que llegue el tiempo señalado para ellos.


―Llegará el día en que no quedará ni una piedra que esté sobre otra. Todo será destruido.


¿Acaso no saben que el Cristo tenía que sufrir estas cosas antes de entrar en su gloria?


Les explicó: ―Está escrito que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día.


Ya no hablaré mucho con ustedes, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene poder sobre mí,


Dios tomó a Cristo, que no tenía pecado, y puso sobre él nuestros pecados, para declararnos justos por medio de Cristo.


Cristo nos redimió de la maldición de la ley, tomando sobre sí mismo la maldición por amor a nosotros. Porque dicen las Escrituras que es «maldito el que es colgado en un madero».


Para esto los llamó, para que así como Cristo sufrió por ustedes y les dio el ejemplo, ustedes sigan sus pasos.


Cristo mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados a la cruz, para que muramos al pecado y llevemos una vida justa. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados.


Porque Cristo murió por los pecados una vez y para siempre, el justo por los injustos, para llevarlos a ustedes a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.


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